El Mundial de Brasil está siendo objetivo de muchas críticas ya no sólo vinculadas a factores sociales (el derroche del evento ha indignado a las clases más bajas), sino también a los propios participantes en el torneo, bien sean jugadores, bien sea espectadores.
Estos últimos están viéndose afectados por el caos circulatorio de muchas ciudades, los problemas de seguridad vinculados con atracos o las dificultades para acceder a algunos de los estadios.
Es lo que sucede con el estadio de Maracana.
El pasado domingo se estrenó en el Mundial este mítico estadio que, por otra parte, será la sede del último partido, el que decida el ganador. Pues bien, las imágenes de los aficionados, especialmente argentinos, que fueron al campo muestran el riesgo de ver asistir a esta instalación, especialmente si se hace desde el metro.
La escalera provisional erigida para conectar este medio de transportes con las gradas se tambaleaba mientras miles de hinchas subían por sus temblorosos peldaños, algo que generó algún momento de tensión y, sobre todo, la percepción de que cientos de vidas se podían poner en riesgo en caso de que la escalera en cuestión se derrumbase.
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