El parque natural de Izmir, en Turquía, ha sido testigo de uno de los descubrimientos más llamativos de los últimos meses, una pequeña tortuga siamesa, encontrada detrás de una casa en Manisa.
El galápago, que tiene ya un mes de edad, cuenta con dos cabezas y cuatro patas, unidas por un único caparazón. Ya se ha convertido en la mayor atracción del centro.
Sin embargo éste no es el único caso conocido en los últimos años, varias son las familias que se han encontrado ejemplares similares y que mantienen como mascotas.
Otros casos conocidos
La familia Pascarell, de Albany en Nueva York, tiene desde 2002 una tortuga cuya "cabeza derecha parece ser la dominante", aunque afirman que de manera habitual sus movimientos son naturales e independientes.
En Sudáfrica también hay casos. Noel Daniels encontró una con el caparazón plano que cuando se asusta tiende a enredar sus patas por la falta de coordinación entre las cabezas.
Aunque no es lo común, según explica Ernst Baard, experto de Cape Nature Conservation, en declaraciones recogidas por abc.es, sí es posible encontrarse este tipo de animales, sin embargo sus posibilidades de llegar a la vida adulta son muy escasas.
Los expertos aseguran que un correcto cuidado de estas tortugas especiales puede asegurar una mayor supervivencia, pese a los bajos índices en la esperanza de vida.