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La Pedrera en clave de autoficción y ficción, por su vecina Ana Viladomiu

Barcelona, 11 may (EFE).- Para la mayoría de la gente, La Pedrera es uno de los edificios más emblemáticos de Gaudí y Patrimonio de la Humanidad, pero para Ana Viladomiu es su casa y un personaje más de su tercera novela, "La última vecina", en la que quería mezclar, ha dicho, "autoficción y ficción".

En una entrevista concedida a Efe en el piso en el que vive Viladomiu desde hace décadas, la autora remarca: "A pesar del título de la novela, no soy la última inquilina, sino que somos tres las últimas vecinas de La Pedrera".

"La última vecina" (Roca Editorial) está protagonizada por Martina, una escritora que está pasando por un momento difícil en su matrimonio, que coincide con la restauración de la fachada de la casa, unas obras que sumergen su piso en la oscuridad.

Este argumento sirve a Viladomiu para presentar ante el lector todo un escenario de anécdotas y confidencias, con nombres y apellidos, que le acercan al mundo que se oculta tras esas imponentes piedras.

La novela, relata la autora, transcurre a lo largo de 2014, que es cuando por tercera vez se hicieron obras de restauración en la fachada de La Pedrera, y el lector sigue a la ocupante del piso durante doce meses, entre andamios y lonas.

"Hago el símil entre la pareja que vive dentro, que soporta los momentos de ruido y polvo, mientras se derrumba su matrimonio, con el deterioro de las piedras de la fachada del edificio", comenta Viladomiu.

La metáfora de esa "doble decadencia", la de la pareja y la del edificio, sometidos a los "avatares del tiempo", lleva a la autora de la novela a distinguir que, sin embargo, "hay deterioros bonitos, hay ruinas bellas", como decían románticos como Lord Byron cuando contemplaban los vestigios de la antigua Grecia o de Roma.

A lo largo de ese año, Martina, que comparte vocación escritora con Viladomiu, explica la historia de la casa y la historia humana", a pesar de que, puntualiza, "se habla poco de Gaudí y de su arquitectura".

Todo lo que tiene que ver con la historia de la Pedrera y sus vecinos es "autoficción", "todo muy documentado", asegura, mientras que la historia de la pareja, subraya, "es pura ficción".

Por estos pisos de la Pedrera, en los que todavía resisten tres mujeres sesentonas, han pasado famosos como el exalcalde de Barcelona y expresidente de la Generalitat Pasqual Maragall, que estuvo viviendo en el piso de Viladomiu con su esposa durante una semana, como hizo en otros distritos barceloneses; el sacerdote y escritor Mossen Ballarín o el vidente Octavio Aceves, rememora.

La Pedrera se construyó inicialmente como inmueble de vecinos y Gaudí, que recibió el encargo en 1906, dejó acabado el edificio en 1912, quedando la planta principal para la familia Milà.

Viladomiu llegó a la Pedrera "por amor" a su marido, Fernando Amat, que fuera propietario de la tienda de diseño y decoración Vinçon. "A mí no me gustaba el edificio y nunca había soñado con vivir aquí, pero ahora estoy feliz de la vida y de aquí no me echan".

Todas las estancias, que preservan la huella gaudiniana, están pintadas con un reluciente blanco, que refleja la luz que entra desde la calle Provenza y pone en valor las molduras, los techos, los marcos, las puertas, las ventanas y el suelo originales.

"No hemos tocado nada, porque el piso no nos pertenece, es patrimonio de toda la Humanidad", señala solemne Viladomiu, que llegó al edificio justo cuando la antigua Caixa Catalunya compró La Pedrera.

"La presencia constante de turistas es el precio que hay que pagar por vivir en un edificio Patrimonio de la Humanidad, pero ciertamente no hay nada perfecto y, de hecho -comenta Viladomiu- en el interior apenas se nota el ruido de los grupos".

Viladomiu desconoce aún sobre qué escribirá en su cuarta novela, y se detiene a pensar cuando es preguntada por la posibilidad de hacer una versión gótica de las novelas de fantasmas, con el espectro de Gaudí vagando por su piso: "Seguro que de fantasmas no será".

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