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Nothomb: "Beber champán sola es insoportable, hay que hacerlo acompañada"

Barcelona, 7 abr (EFE).- Aproximadamente cada dos años, Amélie Nothomb viaja a Barcelona para presentar sus novelas, en el caso de hoy, "Pétronille", una historia de inspiración autobiográfica sobre la amistad etílica entre dos mujeres escritoras, porque "beber champán sola es insoportable, hay que hacerlo acompañada".

Burbujeante, de negro riguroso como es habitual en ella, la autora belga no ha escondido que "Pétronille" existe y se basa en la escritora francesa Stéphanie Hochet, alguien muy particular, "una persona imposible", que discute con todo el mundo, incluidos sus amigos, y con la que se encuentra en una "situación de sumisión".

"Siento vergüenza por esta sumisión -ha confesado la autora- pero no va a cambiar y, aunque ella cada vez me exige más, como cuando me dijo hace unas semanas que había sido su cumpleaños y no la había invitado a caviar, no hay final posible. Existe una fascinación mutua".

El lector que se enfrente al último título de la aristocrática novelista descubrirá la relación que existe entre una escritora de éxito llamada Amélie Nothomb y otra más joven, Pétronille Fanto, de origen proletario y no tan conocida, y cómo se convierten en "compañeras de borracheras".

Publicado en castellano y catalán por Anagrama, el texto, con momentos hilarantes, como una entrevista real que realizó Nothomb a la diseñadora de moda británica Vivienne Westwood, describe la vinculación que va estableciéndose entre ambas escritoras, que llegan a dormir juntas en una misma cama, una completamente vestida, y la otra, enfundada en una "especie de pijama antinuclear japonés".

Vehemente, Nothomb ha defendido que el champán, "una bebida sublime", que sorbe a diario, incluso esquiando, no puede degustarse en solitario. "El gran tema de la vida -ha proseguido- es encontrar a alguien con quien se pueda beber, porque no todas las personas están preparadas para hacerlo".

A su juicio, para ello es imprescindible "saber beber, que la otra persona te inspire simpatía y que sea de total confianza, alguien que no desvele todos los secretos de aquel momento, porque sería desagradable encontrarlos publicados en los periódicos del día siguiente".

"Pétronille" cumple todos los requisitos y por este motivo ambas llevan ya bastantes años encontrándose y hablando con una copa delante, nunca vacía, y viviendo algunas situaciones insólitas, plasmadas en la obra.

Para la escritora, en este libro "el champán es el estilo, una escritura ligera, inconsistente, noble", y no le ha importado explicar que sus días están muy divididos entre las primeras horas de la jornada, de las cuatro de la madrugada a las doce del mediodía, cuando escribe a mano y solo bebe té o agua, y el período que va de mediodía a medianoche, cuando ingiere esta bebida espumosa.

En su comparecencia, en la que ha vaciado dos copas de cava, también ha tenido buenas palabras para este líquido, reconociendo que es la única "excepción" que se permite si no hay champán francés a su disposición.

Tras aseverar que Jorge Herralde es el mejor de los 47 editores que tiene alrededor del mundo, ha reflexionado sobre lo difícil y "fatal" que es la amistad entre personas que escriben.

En este sentido, ha explicado que, aunque intenta tener amigos entre los miembros del gremio, el trato es complicado, porque "hay rivalidades, celos, ficciones" y ha concluido que en 23 años de carrera, solo cuenta con dos amigos escritores.

Respecto a lo que piensa Stéphanie Hochet de la novela, Nothomb ha subrayado que nunca la hubiera publicado sin su consentimiento, y cuando le dijo que la iba a editar ella le contestó: "Por fin hablas de algo importante", aunque le recriminó que en una escena la hiciera aparecer meando en la calle entre dos coches. "Pero es que eso ocurrió", ha reconocido, contundente.

La novelista, que esta tarde inaugura el festival literario MOT en Girona, en respuesta a una de las preguntas sobre los finales de sus libros no ha obviado que algunos no gustan por acabar de forma "súbita", y ha admitido que no le importaría morir como Chéjov, quien antes de expirar su último aliento pidió una copa de champán. "¡Qué gran escritor!", ha proclamado.

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