
De madrugada y bajo un estricto operativo de seguridad, el presidente Hugo Chávez regresaba a Venezuela el lunes pasado, tras más de dos meses en La Habana (Cuba) recibiendo tratamiento contra el cáncer. Chávez, quien se encuentra en el hospital militar de Caracas, engañó a los venezolanos en la última campaña declarando estar curado del cáncer. Su vuelta, que sorprendió a chavistas y opositores por igual, se diferenció de llegadas anteriores desde Cuba, en las que la televisión estatal mostraba imágenes de un presidente repuesto. Nada se ha dicho de su actual estado de salud y un posible juramento del mandatario reelegido en octubre y que no pudo efectuar en la fecha prevista del 10 de enero. Continúa pues el clima de secretismo.
La desinformación acompañó asimismo la reciente devaluación de la moneda. A pesar de sus ingentes ingresos petroleros, las cuentas venezolanas presentan un panorama desalentador con un déficit fiscal insostenible, cercano al 12 % del PIB, y la inflación más alta de América Latina, el 22,5 % anual. El principal candidato opositor, Henrique Capriles, califica la estrategia del Gobierno como una deliberada búsqueda de incertidumbre.
La cuestión más apremiante en estos momentos es: ¿quién sustituirá a Chávez en caso de ausencia o incapacidad absoluta y de carácter permanente?
La decisión judicial que ratificó su Presidencia pese a la gravedad de su enfermedad podría ser usada para evitar que el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, lo reemplace interinamente. En efecto, el pronunciamiento emitido en enero por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), calificado por expertos constitucionalistas como "disparatado", puede servir para cimentar al vicepresidente Nicolás Maduro en la Presidencia de la República, si Chávez es apartado del cargo. Pero un ascenso de Maduro a la Presidencia violaría claramente la Carta Magna, que en su artículo 233 establece que en caso de la falta absoluta del presidente electo se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los 30 días consecutivos siguientes. Hasta entonces se encargará de la Presidencia de la República el Presidente de la Asamblea Nacional.
Lo que hace el pronunciamiento de la Sala Constitucional del TSJ es no calificar a Chávez como "presidente electo" al considerar que su reelección constituye la extensión de una Administración ya vigente en vez de la instauración de un nuevo Gobierno. Siguiendo la lógica de esta "continuidad administrativa" esgrimida por el TSJ en su decisión, Maduro estaría en condiciones de asumir la Presidencia interina ya que en este caso estaría remplazando a un presidente en funciones. El mismo artículo 233 de la Constitución establece que si la ausencia absoluta es declarada durante los primeros cuatro años de un presidente en funciones, entonces correspondería al vicepresidente ejecutivo, en este caso Maduro, asumir el puesto.
Maduro, preparado
Portavoces gubernamentales aseguran que Chávez se recupera satisfactoriamente e insisten en que regresó para gobernar. Sin embargo, es un secreto a voces en Venezuela que Maduro prepara su campaña presidencial como abanderado del chavismo. Una campaña que podría tener lugar pronto.
Maduro, delfín de Chávez, encabeza el ala ortodoxa del chavismo, cercana al régimen de Raúl Castro. Este sector desconfía del actual presidente de la Asamblea Nacional, quien lidera el ala nacionalista de la Revolución Bolivariana y tenía en mente la exclusión de Cabello cuando la Sala Constitucional del TSJ emitió su decisión.
Cabello es exmilitar y su intimidad con el ejército da fuerza a su candidatura. Las fuerzas armadas venezolanas juegan un papel clave en la presente lucha por el poder. Por su capacidad operativa y porque en el entramado chavista controlan logística y administrativamente algunas funciones vitales del Gobierno. Tienen tres carteras en el gabinete ministerial. Once militares acaban de ser electos como gobernadores de las 23 provincias de Venezuela, así casi la mitad está bajo control militar directo.
Opciones del clan familiar serían Adán Chávez, hermano mayor de Hugo, y Jorge Arreaza, yerno de Chávez. Podrían ser promovidos por la familia para preservar el enorme poder que hoy detenta.
Por su parte, dirigentes de la oposición afirman que las cortes en Venezuela están bajo total control del chavismo. Algunos exmagistrados del Tribunal Supremo, ahora distanciados del régimen, advirtieron que muchas de sus decisiones son tomadas directamente por la máxima cúpula bolivariana. Por contundentes que sean los argumentos jurídicos planteados, será difícil hacerlos valer en una institucionalidad dominada por el oficialismo.
La sorpresiva vuelta de Chávez mostró también divisiones en la oposición: en especial entre quienes piden fijar pronto un candidato en caso de que se precipiten nuevas elecciones y quienes se inclinan por esperar.