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Roussef negoció cambios de voto en el Congreso para evitar ser destituida

Dilma Rousseff. Imagen: Reuters

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, pasó el fin de semana contactando con diputados, tanto en persona como por teléfono, y los aliados del Gobierno afirman que esas negociaciones habían hecho posible cambiar cerca de dos decenas de votos, lo que aproximaría la cifra de rechazo a la impugnación a entre 190 a 200 votos.

"Superamos los 172 votos que necesitamos y aún tenemos un grupo para trabajar de 36. Estamos muy por sobre el margen de error", aseguraba Sílvio Costa, del Partido Laborista de Brasil, quien dice que ha mostrado a la presidenta cuántos votos están garantizados estado por estado. "Ella está muy feliz".

Durante la sesión de votación del proceso de destitución o impeach- ment contra Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), diputados afines y contrarios a la presidenta brasileña protagonizaron enfrentamientos verbales muy tensos e incluso llegaron a los empujones.

La votación comenzó pasadas las 14.00 hora local (19.00 hora peninsular española) con confrontaciones, gritos y desorden y tras 34 horas de debate en siete sesiones plenarias con 273 discursos.

La oposición necesitaba el voto favorable de 342 de los 513 miembros de la Cámara de Representantes, con lo que el proceso pasaría al Senado, cámara que decidirá definitivamente sobre el proceso de destitución.

La tensión se exacerbó cuando diputados afines a Rousseff protestaron por la presencia de diputados opositores apostados tras la mesa que dirige la sesión, presidida por Eduardo Cunha (Partido del Movimiento Democrático Brasileño, PMDB). El portavoz del PT, Afonso Florence, solicitó entonces a Cunha que se retiraran los diputados opositores, pero el presidente no accedió. Después, los diputados Orlando Silva (Partido Comunista de Brasil) y Paulo Teixeira (PT) se plantaron frente a Cunha para intentar convencerle, ante lo que los diputados opositores comenzaron a empujar a Teixeira.

Fue solo entonces cuando Cunha ordenó que todos los diputados salieran de la zona de la mesa de la Cámara de Representantes y se prosiguió con la lectura de votos. Además, prohibió a los diputados exhibir pancartas y carteles.

Mientras, miles de manifestantes se concentraron en las calles de ciudades como Brasilia y Sao Paulo para expresar su apoyo o su rechazo a Dilma Rousseff, y la propia Rousseff se encontraba en el palacio presidencial, el Palácio da Alvorada, junto al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva esperando el resultado de la votación, que aún no se conocía al cierre de esta edición.

Algaradas y dimisiones

Brasil había despertado ya en el día de la votación con manifestaciones a favor y en contra de la dirigente en Río de Janeiro y Sao Paulo. El sindicato de la Central Única de los Trabajadores (CUT) y el Movimiento Sin Tierra (MST) comenzaron sus concentraciones en la Avenida Paulista de Sao Paulo, la playa de Copacabana en Río de Janeiro y en el Faro de Salvador de Bahía, un éxito de convocatoria según las organización, que se repitió a menor escala en otras ciudades del país, en las que la frase ?no habrá golpe? y el color rojo a favor de Rousseff dominaron.

Durante el sábado, la presidenta recibió a los gobernadores de Maranhão, Ceará, Bahia, Amapá, Paraíba y Piauí y a parte de las bancadas de Bahia y Ceará, además de diversos grupos de diputados. Entre los asistentes estaban el líder del Partido de Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) en la Cámara baja, Leonardo Picciani, y los ministros del conglomerado Kátia Abreu, de Agricultura; Celso Pansera, de Ciencia y Tecnología; y Marcelo Castro, de Salud.

El mayor cambio se habría dado en el Partido Progresista, que esta semana había decidido abandonar el Gobierno e interrumpir las negociaciones para ocupar cargos que antes pertenecían al PMDB.

El vicepresidente de la Cámara baja, Waldir Maranhão, ha indicado a la mandataria que votaría contra el juicio político, junto a otros once legisladores del partido.

Según un parlamentario que participó en los encuentros con la presidenta, está creciendo una sensación ?favorable?. El Partido Social Democrático, por ejemplo, que también declaró que abandonaría el Gobierno y apoyaría el juicio político, entregaría 12 votos a Rousseff, según el parlamentario. Sin embargo, en la noche del viernes el ministro de Ciudades, Gilberto Kassab, entregó su renuncia al cargo de manera irrevocable debido a las presiones del partido, según informaron fuentes del Palacio de Planalto, aunque todavía no había sido confirmado oficialmente.

A través de un vídeo y una columna en un periódico, Dilma Rous- seff, la primera presidenta de Brasil, negó con vehemencia haber cometido un delito castigable con un juicio político y calificó el intento de expulsarla del cargo como ?el mayor fraude legal y político?.

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