BAGDAD (Reuters) - Las tropas iraquíes se preparaban el domingo para un último avance con el objetivo de recuperar el único distrito que queda en poder de Estado Islámico en la ciudad de Ramadi, dijeron portavoces del ejército.
Recapturar Ramadi, que cayó en manos de los milicianos en mayo, sería una de las victorias más importantes logradas por las fuerzas armadas de Irak desde que el grupo militante conquistara un tercio del territorio iraquí en 2014.
Los soldados están a menos de 300 metros del complejo del gobierno provincial, objetivo del ataque lanzado el martes, dijo Sabah al-Numani, portavoz de la fuerza antiterrorista que lidera los combates en el lado gubernamental.
"Esperamos alcanzar el complejo en las próximas 24 horas", dijo a Reuters. "Hay trampas en casas y bombas en las carreteras por todos lados, hay que quitarlas; la vigilancia aérea está ayudando a detectar coches bomba y terroristas suicidas antes de que lleguen a nosotros".
Ramadi es la capital de la provincia de Anbar, de mayoría musulmana sunita, en el fértil valle del río Eufrates, a sólo dos horas en coche al oeste de Bagdad.
Si la ofensiva en Ramadi tiene éxito, será la segunda ciudad más importante recuperada por el gobierno iraquí después de Tikrit, en abril.
Ramadi fue la captura más importante de Estado Islámico en 2015, abandonada por las fuerzas del gobierno en mayo en un importante revés para Bagdad y para las tropas iraquíes entrenadas por Estados Unidos tras el derrocamiento de Sadam Hussein en 2003.
Las fuerzas del gobierno iraquí están respaldadas por apoyo aéreo de una coalición internacional liderada por Estados Unidos.
Milicias chiítas respaldadas por Irán, que han desempeñado un papel importante en otra ofensiva contra Estado Islámico, se han mantenido alejadas del campo de batalla en Ramadi para evitar tensiones sectarias.
Después de Ramadi, el ejército planea dedicarse a retomar la ciudad norteña de Mosul, mayor centro de población bajo control del Estado Islámico en Irak y Siria.
La expulsión de los milicianos de Mosul, que tenía una población antes de la guerra de cerca de 2 millones, eliminaría su estructura estatal en Irak y los privaría de una importante fuente de financiación, que proviene en parte del petróleo y en parte de las tasas e impuestos a los residentes.