El Parlamento ruso se pronunció el lunes a favor del reconocimiento de las dos regiones separatistas georgianas prorrusas, un voto calificado de "inaceptable" por Estados Unidos en un momento en que Moscú sigue bajo presión occidental para que retire totalmente sus tropas de Georgia.
El Consejo de la Federación (cámara alta) y la Duma adoptaron por unanimidad (130 senadores) una declaración que llama al presidente ruso, Dimitri Medvedev, a reconocer la independencia de Osetia del Sur y Abjasia, en una sesión extraordinaria transmitida por televisión.
Ahora, la decisión última corresponde al ejecutivo ruso, que tiene una serie de opciones que incluyen el reconocimiento o la anexión lisa y llana de esos dos territorios, lo cual impediría, según lo expertos, que Georgia adhiera a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
El presidente abjaso, Serguei Bagapch, sostuvo que "ni Abjasia ni Osetia del Sur volverán a vivir en el mismo Estado que Georgia".
Su homólogo oseto, Eduard Kokoiti, afirmó que Tsjinvali, capital de Osetia del Sur, se ha "convertido en el Stalingrado caucásico" en una alusión a la batalla de Stalingrado de 1943 que frenó la ofensiva alemana.
Muchos dirigentes rusos vinculan la ofensiva en territorios de su área tradicional de influencia al reconocimiento por parte de Estados Unidos y muchos países europeos de la independencia de la provincia serbia de Kosovo, en febrero pasado.
En Tsjinvali algunos coches, que enarbolaban banderas nuevas con los colores de la región separatista, celebraron el voto del parlamento ruso, calificado de "trágico" por el presidente georgiano, Mijail Saakashvili.
"Es nuestro destino geopolítico trágico (...) pero nadie puede legalizar la anexión de territorios georgianos", declaró.
Estados Unidos consideró "inaceptable" la decisión de los parlamentarios rusos e instó a Moscú a "respetar la integridad territorial y la soberanía de Georgia", según un portavoz del departamento de Estado, Robert Wood.
La Casa Blanca anunció que Washington examinará sus relaciones con Moscú en su conjunto e insistió en que el destino de Osetia del Sur y de Abjasia "no dependía de la decisión de un solo" país.
El vicepresidente estadounidense Dick Cheney acudirá la semana que viene a Georgia, así como a Ucrania y Azerbaiyán, tres aliados de Washington. Será el más alto responsable estadounidense en viajar a Georgia desde el estallido del conflicto.
La canciller alemana, Angela Merkel, exhortó al presidente ruso a rechazar la resolución del Parlamento.
"Supongo que el presidente ruso no va a firmar esta resolución, ya que provocaría una situación muy difícil y crítica para la seguridad territorial de Georgia", declaró.
Sobre el terreno, Tiflis acusa a los separatistas de haber reforzado su presencia en Ajalgori, tomada por osetos y rusos el 17 de agosto.
En el resto del país "nada ha cambiado", dijo el portavoz del ministerio georgiano del Interior Chota Utiashvili, refiriéndose a las posiciones de las fuerzas rusas en territorio georgiano, en particular en torno al puerto de Poti, crucial para la economía del país.
Francia, que convocó una cumbre extraordinaria de la Unión Europea para el 1 de septiembre en calidad de presidenta semestral de la UE, "sigue insistiendo" ante Rusia para que se retire del eje Poti-Senaki, declaró el portavoz de la diplomacia francesa, Frédéric Desagneaux.
El deterioro de las relaciones entre Rusia y los países occidentales fue a más este lunes.
Medvedev afirmó que su país estaba preparado para romper relaciones con la OTAN si ésta rehusaba mantener la cooperación.
Y el primer ministro Vladimir Putin dijo que Rusia podría romper algunos acuerdos concluidos con vistas a su adhesión a la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Por la noche, el buque "Moskva" de la flota rusa, implicado en el conflicto en Georgia, zarpó de Sebastopol (sur de Ucrania), donde había amarrado el sábado.