El ministro francés de Economía, Emmanuel Macron, anunció ayer las grandes líneas de un proyecto de ley para liberalizar la economía gala, con el que espera estimular el crecimiento económico del país.
El paquete de liberalización incluye desde la rebaja de tasas en sectores regulados hasta la eliminación de trabas legales para la creación de empresas pasando por la autorización para abrir comercios en domingos o la venta de activos estatales por más de 5.000 millones de euros.
"Para encontrar la senda de un crecimiento duradero elevado, es necesario relanzar la inversión, movilizando a la UE en torno a un programa ambicioso y favoreciendo la iniciativa privada en Francia. Hay que modernizar la economía francesa para eliminar los bloqueos al desarrollo de la actividad", resume el Gobierno francés, que apuesta por favorecer el crecimiento en lugar de aplicar a toda costa políticas de austeridad como exige Bruselas.
Pero lo que llama la atención de los comentaristas es el contexto de este anuncio, previsto en unas semanas, pero adelantado para coincidir con la presentación del Gobierno galo de su polémico proyecto de Presupuesto para 2015 a la Comisión Europea, que incumple el compromiso de rebajar el déficit público al 3% (será del 4,3% en 2015).
Para la prensa francesa, más que una súbita reconversión de Francia a la liberalización económica, el proyecto de reformas de Macron aparece más bien como una operación de comunicación en dirección de Bruselas, que analiza en estos momentos el proyecto de Presupuesto francés para el próximo año.
El presupuesto, "insuficiente"
La Comisión ha advertido ya que considera el proyecto de Presupuesto de Francia para 2015 "insuficiente". A finales de mes deberá pronunciarse oficialmente, aunque cabe la posibilidad de que pida antes algunas modificaciones, lo que haría que suba la tensión con París que no cesa de repetir que la soberanía en este tema pertenece al Parlamento nacional.
Aun así, Francia espera contentar a la Comisión mostrando que está dispuesta a realizar reformas. Falta saber si este paquete será suficiente para convencer a Bruselas y hacerle olvidar los incumplimientos en materia de reducción del déficit presupuestario ya que se trata de reformas tibias, más bien consensuales, relativamente fáciles de aplicar sin que los franceses se vuelquen masivamente a las calles.
Propone por ejemplo la generalización del trabajo el domingo en los comercios, apoyado por un gran número de franceses. Asimismo, incluye reformas en "profesiones reglamentadas", como notarios, procuradores, médicos o farmacéuticos, cuyo monopolio y tarifas están en el punto de mira de Macron. El proyecto prevé que las tarifas de estos profesionales serán ajustadas al costo real, es decir a la baja, y se autorizará la entrada de accionistas ajenos a la profesión. Esta reforma es reclamada formalmente por Bruselas, que estima que se trata de una reforma "estructural" y por lo tanto prioritaria. El proyecto irá a Consejo de Ministros en diciembre.