Por Mirwais Harooni
AAB BAREEK, Afganistán (Reuters) - Afganos dolidos y desamparados expresaron su furia con el Gobierno mientras intentaban conseguir ayuda tres días después de que unos deslaves destruyeran sus casas.
Unas 300 viviendas en Aab Bareek, un pueblo en el distrito Argo de Badajshan, quedaron enterradas por unos 50 metros de tierra y escombros.
El número de muertos podría no conocerse nunca, aunque responsables de Naciones Unidas y Afganistán han estimado las víctimas fatales entre 500 y 2.700.
Agencias de la ONU y organizaciones no gubernamentales distribuyeron provisiones, pero los habitantes desplazados se quejaban de que otras personas de zonas cercanas habían tomado provisiones destinadas a ellos.
"No hay un plan adecuado para entregar ayuda a los necesitados", dijo a Reuters el lunes Rahmatullah, que perdió cinco miembros de su familia.
"Personas de otros pueblos vinieron y recibieron ayuda, pero la gente realmente necesitada es ignorada por los funcionarios", agregó el poblador, cuyo rostro estaba cubierto de polvo mientras se asomaba de una tienda de campaña que él y sus padres habían recibido.
Respaldados por su milicia armada, hombres fuertes de la comunidad étnica uzbeka en la zona asumieron la función de entrega de la ayuda, enviando camiones con comida, agua y tiendas de campaña al pueblo afectado por los deslaves.
En escenas caóticas, los habitantes peleaban por conseguir sus raciones, lo que llevó a la policía a lanzar disparos de advertencia al aire. La ayuda fue enviada a un centro en la capital provincial, Faizabad, ubicada a dos horas del lugar en coche.
Unas 4.000 personas han quedado desplazadas por los deslaves del viernes y los sobrevivientes fueron advertidos sobre regresar a sus casas debido al peligro de más deslizamientos de tierra.
"Debemos tener un plan para evacuar a estas personas a un lugar mejor o habrá otro desastre por enfermedades", dijo Sham ul Haq, un médico que trabajaba con los sobrevivientes.
El Gobierno afgano declaró el domingo el lugar del deslave como una fosa común, pero cientos de personas seguían cavando el lunes esperando encontrar los cuerpos de sus seres queridos.
"En lugar de darnos trigo, el Gobierno debería haber traído equipamiento para sacar los cadáveres", dijo Habibullah, de 22 años, quien perdió a toda su familia debido al deslave.