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"En Cuba, las alternativas están claras: o reformas económicas o el caos"

Tras el triunfo de la revolución en 1959, Óscar Espinosa Chepe, economista y periodista independiente, de 68 años, fue asesor económico de Fidel Castro durante tres años. En la década de los 70 y 80 se encargó de la cooperación económica con Europa del Este. Tras alejarse de los postulados castristas, la dictadura le acusó de ser un "sujeto contrarrevolucionario". A principios de los 90, sufrió la persecución del régimen y perdió su empleo. En abril de 2003, durante la llamada primavera negra, le condenaron y encarcelaron junto a otros 74 disidentes. Fue excarcelado en noviembre de 2004, tras pasar 19 meses en prisión.

¿Cuál es la situación de la economía cubana?

Es grave ya que existe un proceso de descapitalización acelerado del país. En el interior prácticamente ya no hay transporte. El 60 por ciento del agua que se bombea para el consumo de las casas y de las industrias se pierde en el trayecto. Un 18 por ciento de la electricidad se pierde antes de llegar a los consumidores por el estado de las líneas. El 43 por ciento de las viviendas está en mal estado. Las infraestructuras están en malas condiciones. La velocidad media del ferrocarril es de 42 kilómetros por hora. Es una situación caótica que se ha ido acumulando a lo largo de los años y que ahora recibe este nuevo gobierno de Raúl Castro.

¿Y cómo vive el cubano medio?

De forma terrible. El salario promedio es de 408 pesos cubanos, el equivalente a unos 12 euros. Las pensiones también son muy bajas. Son de 164 pesos cubanos. No llega a 6 euros. Tenemos racionamiento desde hace 46 años. Cada vez hay menos productos que se dan en la cartilla de racionamiento. El Gobierno ya ha reconocido que la cartilla de racionamiento no satisface las necesidades mínimas de un ciudadano. Mientras, los precios en el mercado libre son muy altos. Es una situación crítica, que solamente podrá resolverse mediante reformas radicales.

¿Qué medidas se deben tomar?

La primera es una reestructuración agraria profunda. Cuba importa hoy el 84 por ciento de los alimentos. Algo increíble en un país eminentemente agrícola. En estos momentos, la gran azucarera del mundo importa azúcar a Colombia y Brasil. Además, más del 50 por ciento de las tierras están ociosas. Es una situación incomprensible.

¿Y cuáles deberían ser las siguientes?

Dejar a los cubanos que practiquen el trabajo por cuenta propia y dejar libertad para crear pequeñas y medianas empresas que absorban parte de la fuerza de trabajo que usa el Estado y que está prácticamente inutilizada en empleos ficticios. También hay que eliminar los enormes subsidios inútiles como el de los productos alimentarios que se dan sin tener en consideración lo que le hace falta y lo que no al ciudadano. Al mismo tiempo hay que reducir la extensa burocracia que tiene el país. Gente que no produce nada y que no rinde. Esto crea una dilapidación de los recursos financieros que van en contra del desarrollo.

¿Tendrá Raúl Castro la valentía de sacar adelante estas reformas?

Nadie lo puede asegurar, pero se ha referido en sus discursos a las reformas estructurales y de concepto. Hay que ser muy cautelosos, porque hemos sufrido muchos engaños y fraudes. Raúl Castro comprende que ha recibido un país en bancarrota. Él no tiene la estatura política de su hermano. Por lo tanto, necesita obtener algunos logros en la elevación del nivel de vida de la población. Por eso está obligado a introducir reformas.

¿Imitará Cuba algún día el ejemplo económico de China o Vietnam?

Hay elementos en las reformas de China y Vietnam que podrían alentar cambios en Cuba como la participación individual de la gente en la economía. Pero hay grandes diferencias en la apreciación sobre la democracia. Cuba es un país occidental. Si se comienza un proceso de reformas económicas se podrá terminar en un cambio político. Un proceso que podrá conducirnos a la ansiada democracia. Los dirigentes lo saben. Por eso, hasta ahora, no se habían iniciado reformas. Hoy en Cuba las alternativas están muy claras: o reformas económicas que pudieran llegar a reformas políticas o el caos.

¿Cómo valora las recientes medidas tomadas por Raúl Castro?

Son positivas pero insuficientes. Son un paso más bien simbólico pero no resuelven todos los problemas. Se ha dado libertad para adquirir toda una serie de tecnologías como computadoras, equipos de DVD o teléfonos móviles que hasta ahora eran difíciles de conseguir pero que se obtenían en el mercado negro. Se dice que como hay que pagar con moneda convertible, sólo una élite de cubanos podrá acceder. Ahora la lucha es para que más cubanos tengan derecho a esas cosas. Por ejemplo, los intelectuales ya no piden computadoras. Ahora piden internet.

¿Está cerca la liquidación de la doble moneda -peso cubano y peso convertible-?

Creo que hay consenso en que eso hay que suprimirlo. El origen de la doble moneda fue la escasez que hubo y que llevó a segmentar el mercado. Creo que el Gobierno quisiera, al igual que toda la población, eliminar la doble moneda porque entiende que esto es un freno al desarrollo del país. Es humillante que los cubanos por nuestro trabajo recibamos un pago con una moneda que después no sirve para nada y que hasta el propio Estado no reconoce en sus tiendas.

¿Qué opina del papel de las empresas españolas instaladas en Cuba en el nuevo escenario político?

Me gustaría que los inversionistas españoles también fueran factores de cambio en Cuba y, por lo menos, en el plano laboral lucharan por aplicar las mismas leyes que rigen en España. Creo que los españoles deben luchar porque eso sea así. Además, las empresas españolas deberían presionar para la democratización del régimen cubano, pero no lo están haciendo. Quién mejor para nosotros que ustedes.

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