
El Gobierno de François Hollande lo viene anunciando desde hace varios meses, preparando el terreno. La de las pensiones será la gran reforma de la segunda mitad de 2013, aseguran el presidente y sus ministros. El primer encuentro de concertación con los sindicatos y la patronal se llevará a cabo esta semana y cada campo afila los cuchillos de cara a unas negociaciones que se anuncian arduas.
François Hollande se enfrenta a un terreno minado. Antes de sentarse en la mesa de negociación, los sindicatos ya convocaron una jornada de movilización a la vuelta del receso estival para defender las pensiones. La patronal insiste en que la solución pasa por un aumento en la edad de la jubilación. Y Bruselas le exige a París que lleve a cabo una reforma de las pensiones a cambio de haberle otorgado dos años más para cumplir con su objetivo de déficit.
Es un complicado equilibrio para el Ejecutivo socialista que busca evitar las protestas multitudinarias que marcaron la anterior reforma, bajo el riesgo de aprobar una reforma de mínimos. Hollande descartó un aumento en la edad legal de la jubilación, después de echar para atrás parcialmente la subida aprobada por la reforma de Nicolas Sarkozy, y se inclina por un aumento en los años de cotización.
Las primeras pistas se dieron a conocer con la publicación de un informe sobre el futuro del sistema de las pensiones encargado por el Ejecutivo a la expresidenta del Consejo de Orientación de las Pensiones, Yannick Moreau. "Habrá que hacer esfuerzos, pero esos esfuerzos no serán aplastantes", dijo el primer ministro Jean Marc Ayrault al recibir el documento insistiendo en que su Gobierno se guiará por los principios de "la continuidad y la justicia".
Tan sólo un parche
Sin embargo, la situación que describe el informe es poco alentadora. La reforma de las pensiones aprobada por el Gobierno de Nicolas Sarkozy hace tan sólo tres años y que provocó nueve huelgas generales, apenas supuso un parche. El déficit del sistema de pensiones galo alcanzará los 20.000 millones de euros en 2020 si no se toman medidas.
Para ahorrar unos 7.000 millones de euros, el informe Moreau propone un esfuerzo compartido entre los trabajadores activos y los jubilados para financiar el déficit del sistema de pensiones. Se descarta retrasar la edad legal de jubilación, pero en cambio se apuesta por un aumento rápido de los años de cotización necesarios para jubilarse que pasarían de 41,5 actualmente a 43 años en un primer momento y luego a 44 años.
El informe también sugiere aumentar un 0,1% las cotizaciones para la jubilación durante un período de cuatro años. Una subida repartida por igual entre empleados y patrones.
La otra parte del esfuerzo estaría a cargo de los pensionistas, hasta ahora poco afectados por las anteriores reformas. El informe Moreau propone recortar ciertas ventajas fiscales que benefician a los jubilados, alinearlas con las del resto de la población activa y subindexar las pensiones con respecto a la inflación de manera excepcional durante tres años.
Negociación complicada
Sindicatos y empresarios criticaron el informe por igual en otra prueba de que las negociaciones que se abren esta semana no serán nada sencillas. Las grandes centrales sindicales advirtieron que aumentar a 44 los años de cotización era una "línea roja" que no se debía cruzar. También rechazaron la posibilidad de subindexar las pensiones, lo cual supondría una pérdida de poder adquisitivo.
Por su parte, la presidenta de la patronal francesa, Laurence Parisot, advirtió de que la única solución es una subida en la edad de la jubilación y rechazó rotundamente un aumento de las cotizaciones patronales. "Si se adopta este método, puedo asegurar que habrá una caída de la competitividad y se agravará el desempleo, es inevitable", dijo la representante de los empresarios galos.
Otras voces, como la del líder de centro derecha François Bayrou, proponen una reforma completa de las pensiones francesas para pasar a un sistema por puntos similar al adoptado por algunos países nórdicos.
De momento, el Gobierno socialista insiste en que las recomendaciones del informe Moreau son una pista más de trabajo entre otras para elaborar su reforma del sistema de pensiones. Pero François Hollande ya dio el tono de lo que será su plan. "No se tocará la edad legal de la jubilación, actuaremos sobre el período de cotización", adelantó el mandatario galo durante una entrevista en un programa de televisión.
Hollande dijo que no descartaba llegar a los 44 años de cotizaciones para poder jubilarse, aunque "no de inmediato", y si bien aseguró que "no se tocarán las pensiones" de los jubilados, tampoco descartó recortar sus ventajas fiscales.
No habrá una reforma radical del sistema, advirtió el presidente. "Retomar todo desde cero es la garantía de que no haya una verdadera reforma", sugirió Hollande. Sin embargo, el riesgo es que su reforma se convierta en otro parche que no aporte soluciones a largo plazo. François Hollande se ve obligado a reformar un sistema insostenible financieramente pero sabe que la reforma puede acabar con el poco apoyo que le queda por parte del electorado de izquierda.
Por primera vez
Es la primera vez que la izquierda francesa encara una reforma de las pensiones. Las últimas tres fueron aprobadas por gobiernos de la derecha, la de Balladur en 1993 y las dos reformas de François Fillon, primero bajo la presidencia de Chirac en 2003 y luego bajo la de Nicolas Sarkozy en 2010. Entre tanto, los socialistas no lograron superar sus divisiones en cuanto a subir la edad de jubilación por encima de los 60 años, la gran reforma aprobada por Mitterrand hace más de treinta años, un verdadero símbolo que el partido se niega a tocar.
Bruselas también aumentó la presión en las últimas semanas para que París acelere esta reforma. La Comisión Europea la puso como una de las condiciones para otorgar al Ejecutivo francés dos años más para cumplir con el objetivo de reducción del déficit al 3%. En sus recomendaciones publicadas a finales de mayo, Bruselas recomendó a Francia "adaptar las reglas de indexación, la edad mínima para cobrar una pensión a tasa máxima, el período de contribución y los regímenes especiales, evitando aumentar la contribución de los empresarios al régimen de pensiones". Los apuntes de Bruselas no cayeron bien: "La Comisión no puede dictarnos lo que debemos hacer", dijo Hollande.