
La izquierda no consigue formar Gobierno en Italia y el país transalpino va otra vez hacia un Ejecutivo tecnócrata.
Ayer el secretario del Partido Demócrata, Pier Luigi Bersani, tuvo que regresar al Palacio del Quirinale (sede de la Presidencia de la República) con las manos vacías: el líder progresista, que recibió hace una semana un "mandato exploratorio" por parte del presidente Giorgio Napolitano para buscar aliados en el Parlamento, no concluyó con éxito su misión.
Tras el rechazo del Movimiento 5 Estrellas del cómico Beppe Grillo (que no quiere sellar acuerdos con los partidos y propone prorrogar el Gabinete de Monti para hacer reformas en el Parlamento) y la jugada de Berlusconi (que pide elegir el sucesor de Napolitano a cambio de apoyar un Gobierno de izquierdas), el "estrecho camino" que Bersani había delineado se ha transformado en un callejón sin salida.
"Mis consultas no han llevado a un resultado resolutorio", dijo Bersani tras un largo coloquio con Napolitano, dedicando sin embargo una estocada a Berlusconi y Grillo: "He descrito al presidente las dificultades debidas a obstáculos o a condiciones que yo no considero aceptables".
La alternativa del presidente
Ahora la hipótesis más probable para Napolitano, que hoy se econtrará otra vez con los partidos, es un "Gobierno del presidente", es decir, un Ejecutivo impulsado por el mismo presidente de la República que podría nombrar un primer ministro de alto perfil, igual que hizo hace poco más de un año con Monti. El primer ministro saliente, sin embargo, no está en el grupo de los favoritos tras el fracaso electoral de su centro liberal; pero sí el nuevo presidente del Senado Pietro Grasso junto al director general del Banco de Italia Fabrizio Saccomanni. El nombramiento del sucesor de Monti será el último acto de Napolitano: el 15 de abril el Parlamento elegirá al nuevo presidente.