
El gobierno israelí no da tregua en su ofensiva contra el Hezbolá pero da señales de ultimar una solución diplomática a la crisis en Líbano, en coordinación con la comunidad internacional, que admite su impotencia para lograr un arreglo pacífico sin una mayor colaboración de las partes.
Aunque nada evidencia en el terreno que la intensidad de los ataques israelíes vaya a reducirse, el ambiente en Jerusalén en las últimas horas muestra una cierta evolución y un deseo de poner fin a esta crisis.
Para conseguirlo, 'habrá que llegar a un acuerdo con Líbano con la intercesión de responsables internacionales', según un editorial del diario Haaretz. 'Cuando veo lo que está pasando, mi instinto me dice que hay que acabar con todo, pero la razón me obliga a actuar con responsabilidad porque a fin de cuentas, los combates terminarán gracias a la diplomacia, vía Estados amigos con los cuales ya estamos en contacto', declaró el primer ministro Ehud Olmert a los miembros del gobierno.
Según el responsable, 'el gobierno libanés debe aprovechar cualquier oportunidad para desplegar su ejército en la frontera sur del país'. La ministra de Relaciones Exteriores, Tzipi Livni, comparte la misma opinión. 'Israel, al igual que la comunidad internacional, atribuye la responsabilidad de este conflicto a los extremistas', declaró.
Si se toman en cuenta las condiciones fijadas por Olmert y Livni para un alto el fuego, el fin de los bombardeos implicará la liberación de los dos soldados israelíes secuestrados por la milicia chiíta del Hezbolá la semana pasada, el fin de los disparos de cohetes contra Israel y la puesta en práctica de la resolución 1559 de la ONU sobre desarme de milicias armadas.
Según este texto, aprobado en septiembre del 2004, todas las milicias libanesas y no libanesas deben 'disolverse y desarmarse' y 'el gobierno libanés debe extender su control a todo el país'.
'Sabemos que no hay una solución militar para neutralizar al Hezbolá. La solución es política', declaró a la AFP un portavoz del ministerio israelí de Relaciones Exteriores. Según este responsable, 'los intereses israelíes no son diferentes a los de la comunidad internacional, que están en la misma línea de las resoluciones 1559 y 1680 del Consejo de Seguridad de la ONU'.
'Es posible que la nueva situación que se da en Líbano (después de la ofensiva israelí), contribuya a aplicar al pie de la letra las resoluciones de la ONU', declararon estos portavoces. Según ellos, el único objetivo de Israel es neutralizar al Hezbolá en Líbano.
'No habrá retorno a la situación anterior. No veremos más las banderas del Hezbolá ondeando cerca de la frontera israelí como ocurría antes de la ofensiva. Sin embargo, queremos ver cerca las banderas libanesas, muestra de que el gobierno libanés habrá extendido su soberanía a todo el territorio', añadió el portavoz de la Cancillería.
Según un mensaje enviado por el primer ministro italiano, Romano Prodi, a su homólogo libanés, Fuad Siniora, Israel desea obtener la retirada del Hezbolá unos 40 km detrás de la línea de frontera. Hasta ahora, el ejército israelí ha conseguido que buena parte de la población de la frontera entre ambos países emigre de esta región, para que así Hezbolá no pueda usarla como escudo humano frente a los ataques de Israel.
Unos 2.000 cascos azules se desplegaron en el sur del Líbano dentro de la Fuerza Interina de la ONU en Líbano (FINUL). Consciente de su incapacidad para poner fin a los disparos de cohetes del Hezbolá y a las represalias israelíes, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, admitió que los combates podrían alargarse.
'Pero debemos lograr que las partes implicadas se pongan de acuerdo lo antes posible para un alto el fuego que nos dé la posibilidad de trabajar' sobre el envío de una fuerza internacional de estabilización a la zona, dijo Annan en una idea acogida tibiamente por los responsables israelíes.