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La derecha gala se desangra en una guerra fratricida por la sucesión de Sarkozy

Jean-François Copé. Foto:EFE

La prensa francesa ya no sabe que adjetivo utilizar para calificar la situación que vive desde hace una semana la UMP, el partido del ex presidente Nicolas Sarkozy, sumido en una feroz lucha interna por su liderazgo.

"Grotesca", "rocambolesca", "vergonzosa", la pelea entre Jean François Copé y François Fillon se ha convertido en un culebrón cuyo desenlace parece imprevisible y amenaza con fracturar al partido. Está previsto que el ex primer ministro Alain Juppé lance hoy un proceso de mediación, aunque la postura de los principales protagonistas cambia de hora en hora.

El pasado martes, Jean François Copé, diputado y alcalde de la localidad de Meaux, adalid de una "derecha sin complejos", como él mismo la describe, fue declarado vencedor de las elecciones internas por un margen de apenas 98 votos. Un escrutinio muy ajustado, salpicado por irregularidades y denuncias de fraude por ambas partes.

El ex primer ministro François Fillon, a quien todos los sondeos daban como favorito, reconoció inicialmente su derrota, pero 24 horas más tarde dio marcha atrás y denunció que la comisión del partido encargada de vigilar el escrutinio, el Cocoe, no había contabilizado los votos de tres federaciones de los territorios franceses de ultramar. El presidente de dicha comisión, el senador Patrice Gélard, reconoció que efectivamente no se habían contado esos votos y que, de haberlo hecho, la victoria hubiese sido para Fillon por apenas 28 puntos. Sin embargo, Gélard dijo que no podía modificar el resultado y le pasó la patata caliente a la comisión de recurso del partido.

Ataques personales

Con la UMP al borde del precipicio y los franceses asistiendo en directo a los ataques personales entre ambos bandos, Fillon y Copé aceptaron a finales de semana la mediación de principio de Juppé.

La derrota en las elecciones presidenciales y legislativas de la pasada primavera y la salida de Sarkozy destaparon la profunda división dentro de la UMP, palpable hacía meses. Por un lado, una derecha liberal que busca una alianza con los partidos de centro; por el otro, el ala dura con un discurso anti-inmigración que pretende atraer a los votantes de extrema derecha. Ambas facciones parecen irreconciliables, alimentadas por la ambición y la rivalidad personal de sus líderes, Fillon y Copé.

Mientras, ninguno consigue superar en popularidad a Sarkozy, que, de momento, se mantiene al margen de una lucha que le permitiría regresar como el gran salvador, si decide volver a la política.

El otro favorecido por esta batalla es el presidente François Hollande, quien, por ahora, puede despreocuparse de una oposición centrada en su guerra interna.

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