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Irlanda vende confianza para recuperar su soberanía y regresar ya a los mercados

  • El país dice que ha cumplido los ajustes y pide que se suavicen los recortes
Enda Kenny, primer ministro irlandés, ha conseguido dar un giro radical a la situación del país. Foto: Reuters.

Irlanda se ha convertido en la isla de la esperanza para la troika. En la rutina de las misiones trimestrales de los acreedores del FMI, Comisión Europea y Banco Central Europeo, los viajes a Dublín son los más suaves para estas autoridades que reconocen que, a pesar de continuar herido, el Tigre Celta es el alumno más aventajado en la clase de los países intervenidos. Frente a los continuos retrasos en el cumplimiento de plazos de Grecia, o las manifestaciones que la austeridad lleva reiteradamente a convocar en las calles de Portugal, Irlanda constituye un remanso en el que las relaciones con el Tesoro circulan con normalidad, las recomendaciones son diligentemente adoptadas por el Gobierno y los objetivos de crecimiento y reducción de déficit se mantienen en línea.

El mejor de los intervenidos

De ahí que el Ejecutivo haya decidido dar un paso más a la hora de reivindicar su posición como el mejor de los Estados intervenidos, necesidad más que placer, puesto que el desafío número uno de Irlanda en la actualidad es lograr convencer a la Unión Europea, o lo que es lo mismo, a Alemania, de que acepte mitigar la deuda bancaria. No en vano, el detonante que llevó a la defensa numantina irlandesa a hincar la rodilla ante la obligación de solicitar ayuda exterior fue la imposibilidad de gestionar el agujero que el sistema financiero había cavado como consecuencia de una dieta de dinero barato y burbuja inmobiliaria. Aunque fue el primer país europeo en entrar oficialmente en recesión y su crisis comenzó incluso antes del colapso de 2008, la principal dolencia de Irlanda estaba en sus bancos. Sin embargo, la solución que el pasado junio se concedió para España no fue aceptada para Dublín. La Comisión Europea se negaba a canalizar la ayuda directamente a los gigantes caídos en los que se habían convertido Anglo Irish, Allied Irish o Irish Nationwide.

Como consecuencia, dos años después de que el dinero exterior comenzase a remendar el sistema, Irlanda ha podido resurgir. Tras una cadena de reformas estructurales y un severo plan de austeridad que, frente a otras plazas, no llevó a los ciudadanos a manifestarse, se atreve ya a poner fecha de caducidad al rescate. Tras recibir el octavo visto bueno de la troika la pasada semana, el ministro de Finanzas se mostró "muy confiado" en que el país caminará por libre antes de que concluya 2013. De momento, los cautelosos experimentos acometidos para medir la temperatura de los mercados ante el regreso del primer país intervenido invitan al optimismo. Las dos emisiones de deuda promovidas hasta ahora, la última hace once días, cerraron con mejores resultados incluso de los estimados. Las letras fueron íntegramente adquiridas y el interés fue mejor de los esperado.

La evolución de la economía ayuda. Aunque el progreso del PIB se muestre a veces renqueante, los ejercicios cierran con crecimiento. Además, Dublín ha retirado ya el 80% de los 67.000 millones de euros aprobados en 2010 para un paquete de 84.000 y ha cumplimentado hasta 160 condiciones impuestas por sus acreedores, como parte de un programa que incluye una notable disminución del tamaño del Estado. Y a pesar de que el presupuesto anual debe ser autorizado por la troika, pocas veces esta injerencia ha generado disfunciones.

Confianza y robustez

De ahí que el Gobierno muestre ambición. Consciente de que el mantenimiento de los objetivos en PIB y déficit insuflan confianza, existe hambre por probar la disposición real de los mercados. Tanta, que el titular de Finanzas ve robustez suficiente para hacerlo aunque no se logre el ansiado punto de encuentro en materia de recapitalización de la banca. Un convencimiento que juega a su favor, ya que si el propio Gobierno se muestra tan seguro de sus posibilidades, los inversores compran garantías. La hoja de ruta está marcada ya: su aspiración el próximo año es recabar financiación para 18 meses y contar con una reserva de ese calibre por si las aguas vuelven a agitarse.

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