Global

Mursi da un 'contragolpe civil' en un Egipto que está convulsionado

El presidente egipcio, Mohamed Mursi. Foto:EFE

En un audaz contragolpe civil, el presidente egipcio, Mohamed Mursi, ha recuperado para la jefatura del Estado las competencias sustraídas por los militares. ¿Tenía Mursi potestad para anular las enmiendas a la declaración constitucional que aprobó el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas el 17 de junio? Su golpe de efecto tiene, por el momento, la fuerza de los hechos consumados.

A partir de ahora puede nombrar a sus ministros, puede promulgar leyes, puede definir la política exterior y también manejar el presupuesto nacional.

El tiempo dirá si ha tenido éxito pero, de momento, parece que ha jugado bien sus cartas. Con habilidad política, el representante de los Hermanos Musulmanes aprovechó la ocasión que le ofreció la negligencia de los altos mandos militares en el Sinaí, donde perdieron 16 hombres en un ataque terrorista.

Como señala The New York Times, también influyó el que sectores decepcionados de la oficialidad, especialmente entre los más jóvenes, querían que el ejército recuperase su credibilidad, sin perder su lugar privilegiado en la sociedad. Sólo una reducida élite castrense saca rédito de un imperio económico que controla hasta el 40 por ciento del PIB de Egipto. Mursi ha aprovechado estas rivalidades internas con un significativo relevo generacional.

Importante fue asimismo el apoyo -o al menos beneplácito- de EEUU. La Secretaria de Estado, Hillary Clinton, estuvo en Cairo en julio. Tras entrevistarse con Mursi, habló con el mariscal Husein Tantawi -entonces aún ministro de Defensa- y dejó claro a los militares que no debían inmiscuirse más en la transición. Esto pudo haber sido definitivo en un país que depende (sobre todo ahora) de la ayuda financiera norteamericana.

Remodelación militar

En una completa remodelación de la cúpula militar pasan al retiro el ministro de Defensa, mariscal Tantaui, y el jefe del Estado Mayor, Sami Anan, segundo hombre más poderoso dentro del Ejército. Ambos han recibido la Medalla del Nilo, la mayor condecoración militar, y han sido nombrados asesores presidenciales. También fueron destituidos los comandantes de la Marina, Ejército del Aire y de la Defensa Aérea.

El nuevo ministro de Defensa, Abdel Fattah al Sisi, dirigía desde la caída del régimen de Mubarak en febrero de 2011 los servicios secretos militares. Como afirman medios egipcios, que se mostrara dispuesto a pasarse al bando de Mursi influyó en la decisión de éste. Más importante, si cabe, es que conoce, por su puesto anterior, las vidas de todos los camaradas, incluso de aquellos que podrían ser peligrosos para el gobierno de un presidente civil.

Lazos con el Pentágono

Como afirmó el secretario de Defensa estadounidense, Leon Panetta, Al Sisi ratificó durante una conversación telefónica el compromiso de Egipto en el mantenimiento de lazos firmes con el Pentágono. Al Sisi aseguró estar decidido a impedir que el Sinaí se convierta en "área de tránsito" para los militantes extremistas.

Al Sisi, de 57 años, ya forma parte de una generación de oficiales del Estado Mayor que -a diferencia de Tantawi o Mubarak- no participaron activamente en la guerra contra Israel.

Mursi se ha asegurado pactando al menos con una parte del estamento castrense. Pero pese a que una parte significativa del ejército ha declarado apoyar sus acciones, no puede descartarse una eventual respuesta militar. El presidente ha sido, por ello, prudente en su trato a los generales reemplazados. En vez de enviarlos a juicio, como muchos egipcios quisieran por sus responsabilidades en la represión de las revueltas civiles de 2011, les ha concedido cargos simbólicos, como asesores o en empresas públicas, para evitar conspiraciones. Y si bien neutralizados políticamente, los militares no han perdido el control de las empresas que han manejado durante todos estos años.

Las fuerzas políticas saludan los cambios en la cúpula militar al tiempo que recelan ante la concentración de poder que el mandatario pasa a tener. Como advierte el premio Nobel de la Paz, Mohamed el Baradei, Mursi acapara "poderes imperiales", incluso mayores que los que tuvo el derrocado Hosni Mubarak. El opositor y escritor, Alaa al-Aswani, incluso se pregunta: ¿Vemos un presidente decidido a desmantelar la maquinaria de la tiranía o adaptar esa maquinaria para sus propios intereses?

El traspaso de poderes ha sido "forzado" por el presidente y la situación en Egipto es muy confusa. La reacción de la sociedad ante una maniobra que otorga al poco carismático Mursi un poder cuasi absoluto es impredecible.

Sin Constitución

Mursi, es verdad, se ha comprometido a ceder sus competencias legislativas al Parlamento en cuanto haya sido elegido en unas nuevas elecciones, pero no hay fecha para esos comicios. Por otra parte, la Asamblea Constituyente continúa sin definir su curso de acción. Actualmente, Egipto no tiene Constitución y está funcionando con una "Carta Magna en funciones" aprobada en referéndum en marzo de 2011. Así pues, queda la incógnita de cómo reaccionarán los revolucionarios, los laicos y los coptos ante el temor de una dictadura islamista.

Mursi ha designado igualmente a su primer vicepresidente: Mahmud Mekki, un juez progresista y reivindicativo durante los años de Mubarak. Mekki ha sido, hasta ahora, el vicepresidente del Tribunal de Casación, la segunda máxima instancia judicial del país.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky