
Las intrigas, la conspiración, los complots vaticanos parecen inherentes al ADN de la Curia católica desde siempre. Pero tras años de intrigas secretas, ahora una se ha hecho pública y el Vaticano se ha visto envuelto estos días en una polémica con factura cinematrográfica y literaria. Un Papa, un mayordomo, un cardenal ambicioso y un supuesto hijo secreto... Cada día hay un nuevo topo. La trama levanta el telón.
La noticia de un mayordomo espía en la corte vaticana ha hecho temblar los cimientos de la fundación católica edificada hace casi dos mil años por el apóstol San Pedro. El hecho en sí ha sido calificado en buena parte de la prensa extranjera como "una de las mayores vulneraciones" traducida en confidencias mediáticas y especialmente plasmada en un libro, 'His Holines', 'Su Santidad'.
Los 'cuervos'
Tras las investigaciones sobre el origen de las filtraciones de cartas, documentos bancarios procedentes del escritorio del Papa, Paolo Gabriele, el hombre que despertaba todas la mañanas a Benedicto XVI, ha sido detenido. Sin embargo, la Iglesia apenas ha conseguido reaccionar y el gran escándalo no ha hecho más que despertar otras cuestiones.
En el fragor de la batalla, el tercero en liza, el secretario de Estado del Vaticano Tarcisio Bertone, se obstina en manifestar que "las filtraciones no intimidarán a Benedicto XVI". Pero los 'cuervos', como se han venido a denominar a los filtradores a la prensa, no cesan de advertir de nuevos conspiradores. El asunto no se cierra con Gabriele. Paoletto tiene compinches, y entre ellos ya aparecen los nombres de George Gäenswein, secretario personal de Ratzinger y, el mismísimo Bertone, siempre en las quinielas.
Desde el Vaticano, al menos la voz oficial del portavoz Federico Lombardi, insiste en lo contrario. No hay conspiraciones y tampoco otras personas investigadas. La lista de presuntos culpables no dice la mismo. Cada día engorda y ahora lo ha hecho con la presencia de una mujer del servicio doméstico vaticano y un cardenal italiano más.
¿Conspiraciones por una sucesión?
En el polo opuesto del minúsculo Estado erigido a las orillas del Tíber, el cardenal africano Robert Sarah alimenta las teorías más especulativas. "Hasta que los magistrados hayan echado suficiente luz sobre este chocante caso, nadie puede excluir escenarios como conspiraciones o tramas organizadas".
Sarah no se ha quedado solo con sus reflexiones. Vittorio Messori, amigo de Juan Pablo II y de Benedicto XVI, cree que "la curia romana siempre ha sido un nido de víboras... pero antes al menos era una eficiente organización estatal del mundo... ¿Hoy, qué ha quedado de eso? La decadencia de la calidad es evidente, por la mediocridad de su personal", apostilla.
Entre tanto, la prensa italiana abunda en "una guerra en la que no se sabe quien está con quien" (sic La Republica), una guerra sucesoria en la silla de San Pedro, y apunta directo a Bertone -de quien se dice tiene un hijo secreto-, y a su clan italiano, recalcando por ende la debilidad del Papa, quien ha confiado en un cardenal español para investigar el 'caso VatiLeaks'.
Los intereses económicos
La vertiente económica añade más ingredientes a la intriga de la contienda vaticana. Familias contra familias, intereses cruzados, denuncias de nepotismo y corrupción de contratos, un último punto objeto de las filtraciones que han desnudado la poca ética de algunas prácticas financieras de la iglesia con origen en 2009-2010, fecha en la que algunos cardenales han comenzado a percibir del control central, según un 'cuervo'.
La profecía de noviembre de 2012
Con estos mimbres se antoja complicado un desenlace pacífico si lo de lo que se trata es de "proteger al Papa de las pugnas" -como afirman las fuentes secretas de los medios de comunicación, a la hora de justificar las filtraciones-.
Ni siquiera hay que remontarse al siglo XIII y recordar a Bonifacio VIII, aquel pontífice que no cesó hasta conseguir que Celestino V dimitiera, meterlo en la cárcel y ocupar su puesto. Más contemporáneas son las leyendas que rodearon la vida y muerte de Juan Pablo I. Y más actuales aún, las profecías del cardenal Romeo, quien no ha mucho denunció desde China una conspiración para asesinar al Papa antes de noviembre de 2012. Bertone, Gallo, Picacenza y Sodano añaden más ingredientes de misterio al entremado.