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PREVIA-Los argelinos, escépticos con un posible cambio electoral

ARGEL (Reuters) - Las autoridades argelinas dicen que las elecciones parlamentarias del jueves son un paso más en el camino hacia un estado más democrático, pero muchos ciudadanos no se creen sus promesas, esperan cambios menores y no acudirán a votar.

El país magrebí está bajo presión para seguir la línea de sus vecinos, en los que los levantamientos populares de la 'primavera árabe' derrocaron a presidentes autocráticos y han llevado la esperanza de que surja una democracia verdadera por primera vez.

Se espera que por primera vez en la historia los comicios den la mayoría en la Asamblea de 462 escaños a partidos islámicos moderados, según diplomáticos y analistas, al igual que ha ocurrido en Túnez, Egipto y otros países árabes. Sin embargo, hay pocas posibilidades de que ello suponga un cambio radical: estos partidos son leales a la élite en el poder, y varios de sus dirigentes son ministros en el Gobierno.

Pocos argelinos desean en realidad un cambio drástico en un país aún perseguido por los fantasmas de la guerra civil de los años 90, en la que murieron unas 200.000 personas. El Gobierno ha ofrecido a cambio lo que llama una transición gestionada hacia una mayor democracia.

El presidente Abdelaziz Buteflika dijo el martes que los comicios son una etapa decisiva en el programa de reformas del país, e hizo un llamamiento a acudir a las urnas.

"Estas elecciones ... (son una) prueba de la credibilidad del país", dijo en un discurso en la ciudad oriental de Setif.

APATÍA

La principal cuestión en juego es cuánta gente irá a votar. No hay sondeos fiables, pero la evidencia anecdótica sugiere que muchos ciudadanos se quedarán en casa.

"No espero una participación elevada", declaró el martes a Reuters el director de la independiente Liga Argelina para la Defensa de los Derechos Humanos, Nuredine Benissad. "Los argelinos de a pie han perdido interés en las elecciones".

Una baja asistencia sería un motivo de sonrojo para las autoridades, dominada aún por la generación que logró la independencia de Francia hace 50 años. Quieren mejorar su imagen antigua y autoritaria, y para hacerlo necesitan legitimidad popular.

Se espera que los comicios sean los más justos y transparentes en 20 años. Es la convocatoria en la que más partidos van a poder participar, y por primera vez se ha invitado a observadores de la Unión Europea. El problema para las autoridades es que muchos argelinos creen que no cambiarán nada.

El auténtico poder, dicen, se encuentra en una red informal conocida con el término francés "le pouvoir" (el poder) y hunde sus raíces en las fuerzas de seguridad. Las autoridades lo niegan, y sostienen que el país está dirigido por los responsables elegidos democráticamente.

Una minoría de ciudadanos están aprovechando la convocatoria electoral como una oportunidad para protestar. Varios integrantes del Movimiento de la Juventud Independiente para el Cambio han sido arrestados por protestar contra lo que califican de "farsa electoral".

Aún así, no hay un sentimiento generalizado contra la clase gobernante y aún menos posibilidades de grandes manifestaciones al estilo de las que derrocaron a los dirigentes de Túnez, Egipto, Libia y Yemen. Los ingresos procedentes del petróleo han mejorado el nivel de vida de la población, y los argelinos han visto el derramamiento de sangre del año pasado en la vecina Libia como una lección sobre los riesgos de una revuelta.

Sea cual sea el resultado electoral, es probable que las autoridades sigan adelante con el programa de reformas. El primer paso, según muchos analistas, será designar un nuevo primer ministro. Ahmed Ouyahia, el que ocupa el cargo desde 2008, ha aplicado con celo un programa de nacionalismo económico que ha congelado el clima económico, por lo que ahora podría tener lugar un cierto deshielo.

La próxima fase sería una revisión de la Constitución que redistribuya cierto poder del presidente al Parlamento. A ello le seguiría una carrera para la presidencia. No se espera que Buteflika, que tiene 75 años y un aspecto frágil, se presente a un cuarto mandato. En su intervención del martes en Setif se refirió a la necesidad de una nueva generación de dirigentes. "Para nosotros se ha terminado".

En el exterior de un café en Ued Smar, un barrio de clase trabajadora de la capital, un grupo de personas se congregó la semana pasada en un mitin del candidato islámico Amar Ghul. Se ha hablado del ministro de Obras Públicas como posible próximo primer ministro.

Ayman, un estudiante de ciencias informáticas de la misma localidad que el candidato, Ain Defla, dijo que cree que Ghul es sincero y un trabajador duro. Al preguntársele si votará, miró sorprendido y respondió: "No".

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