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Los supervivientes de la masacre de Breivik reviven su dolor

OSLO (Reuters) - Un funcionario noruego con una pierna amputada después de que la bomba plantada por el ultraderechista Anders Behring Breivik acusado de asesinato de ultraderecha rasgase su cuerpo, habló el viernes del momento que cambió su vida.

"De pronto algo me golpeó, una onda expansiva muy fuerte que me levantó y me lanzó lejos", dijo Tore Raasok, un trabajador de 56 años del Ministerio de Transportes, a los magistrados que juzgan a Breivik por el asesinato a sangre fría de 77 personas el verano pasado.

Raasok es uno de los ocho supervivientes de los ataques con coche bomba a las oficinas gubernamentales del pasado 22 de julio que prestó declaración el viernes para describir los efectos que ese crimen tuvo en sus vidas.

Los supervivientes de la otra atrocidad de Breivik -un tiroteo en un campamento del partido laborista en una isla- comparecerán en la corte a lo largo de la jornada.

Acercándose al estrado lentamente y con muletas, Raasok dijo que ese día había abandonado el Ministerio en Oslo para cortarse el pelo cuando la bomba de fertilizantes de Breivik voló medio edificio.

La víctima, que había sido un ávido esquiador, dijo que la explosión envió esquirlas de cristal a sus dos ojos y que ambas piernas habían quedado aplastadas. La izquierda tuvo que serle amputada y dijo que se había sometido a 10 operaciones y había perdido la movilidad de su brazo izquierdo.

"Las cosas han ido muy bien con mis ojos", dijo el funcionario, que lleva gafas, mientras Breivik miraba fijamente solo a unos metros. "No veo tan mal como antes del accidente", añadió con sorna.

"Oír todo esto es muy duro", dijo el fiscal Svein Holden a Reuters. "Pero los casos son parte del sumario, así que las víctimas tienen que arrojar luz sobre las consecuencias de lo que ocurrió".

COMA

Breivik, de 33 años, está acusado de terrorismo y asesinato por haber detonado una bomba que mató a ocho personas e hirió a más de 200, y por matar a tiros a otros 69 en el campamento laborista de la isla de Utoya, la mayoría con edades comprendidas entre los 14 y los 19 años.

El noruego ha admitido que llevó a cabo los asesinatos pero se declaró no culpable de los cargos que se le imputan, insistiendo en que las víctimas eran "traidores" de izquierdas cuyo presunto apoyo político a la inmigración estaba destruyendo la cultura europea.

Kristian Rasmussen, otra víctima de las bombas, dijo al tribunal que estaba escribiendo un correo electrónico en su oficina del Ministerio de Energía "cuando se volvió negro".

"Estuve en coma durante 12 días y había una gran incertidumbre sobre si sobreviviría", recordó Rasmussen, de 31 años, que sufrió importantes lesiones en la cabeza, incluyendo varias hemorragias cerebrales, una rotura de cuello y serias heridas abdominales que le hicieron pasar casi dos meses en el hospital.

Fuera del juzgado, miles de rosas continuaban en el lugar donde fueron depositadas por algunas de las 40.000 personas que el jueves se reunieron para corear una canción que ridiculizaba a Breivik, en lo que los organizadores dijeron era un acto para apoyar a las víctimas y mostrar que el pistolero no había roto la sociedad tolerante.

No estaba previsto que Breivik, vestido con un traje oliva, hablase el viernes pero fue informado de la protesta del jueves y había "hecho una nota con eso", dijo uno de sus abogados. No mostró signos visibles de emoción durante la declaración de sus víctimas.

/Por Walter Gibbs/

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