
No va más. Los acreedores privados de Grecia ya han emitido su veredicto. Pero el proceso aún no ha acabado... y son muchas las incógnitas que aún existen.
1. ¿Qué plazo terminó ayer?
El que tenían los poseedores privados de deuda pública helena para aceptar una pérdida aproximada de un 75% en sus bonos actuales y canjearlos por otros títulos nuevos.
2. ¿Qué está en juego?
Mucho, porque en función del grado de aceptación del canje que logre Grecia, el país sufrirá un impago (default) o no. Si el 100% de los acreedores lo acepta, no hay problema: Atenas logrará su propósito, que además es una condición indispensable para que el país reciba un segundo rescate, dotado con 130.000 millones de euros. Los problemas comenzarán si la aprobación al canje no es unánime; en este sentido, cuanto menor sea el respaldo, más se complicará el panorama. Si es inferior al 98%, Atenas activaría las denominadas cláusulas de acción colectiva (CAC), una prerrogativa legal en virtud de la cual Grecia podrá imponer los términos del canje a todos los inversores, lo hayan aceptado o no. Esa imposición deparará que se pueda hablar ya de un impago o evento de crédito, con lo que, salvo sorpresa, la Asociación Internacional de Derivados y Swaps (Isda) dará permiso -es el organismo que puede hacerlo- a que se activen los seguros de crédito (CDS) sobre la deuda griega.
Profundizando en este planteamiento, si la aceptación no hubiese llegado al 75%, Grecia desistiría en su empeño. Es decir, no llevaría a cabo ningún canje, por lo que no recibirá el dinero del segundo rescate y no podrá afrontar el vencimiento de deuda de 14.500 millones de euros que tiene el próximo 20 de marzo. Incurriría, por tanto, en un impago directo.
3. El dilema de los CDS: ¿cuál es el mal menor?
Si finalmente Atenas impone las CAC, la Isda tendrá que pronunciarse acerca de si se activan o no los seguros de crédito (CDS) sobre la deuda helena. Si, como se espera, detona su activación, los vendedores de ese seguro tendrán que desembolsar las cantidades solicitadas por los compradores de esa protección. Aunque al tratarse de un mercado no organizado (OTC) se desconoce con exactitud el volumen de CDS que hay sobre deuda soberana helena, los cálculos oscilan entre los 3.000 y los 4.000 millones de euros. Pero, ¿y si la Isda no activa los CDS? "[Esta medida] actuaría como un incentivo para que nadie volviera a comprar CDS debido a su falta de eficacia. Dado que gran parte de las operaciones en cash se cubren con estos derivados o, viceversa, que gran parte de las operaciones en cash se pueden realizar debido a la existencia de protección, ello supondría un lastre grave para el mercado", avisan desde Inverseguros. Es decir, en juego también está el recrudecimiento de la crisis soberana.
4. Si logra toda la aceptación, ¿se acabarán los problemas griegos?
No. En el mejor de los casos, tras el canje la deuda pública helena podría llegar a caer una cifra equivalente al 120% del Producto Interior Bruto (PIB) del país... en 2020. Es decir, una carga demasiado pesada -y que todo indica que crecerá aún más- como para que la economía griega pueda soportarla si más ayuda exterior y/o sin nuevas reestructuraciones de deuda.