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Baltasar Garzón: ¿Paladín de las causas perdidas o ególatra?

MADRID (Reuters) - ¿Es un vanidoso que busca la atención mediática y que se creía por encima de la ley que aplicó a los demás sin vacilar? ¿O por el contrario, es un independiente audaz que emprendió una cruzada por los derechos humanos y al que una mezcla de políticos, empresarios y casta judicial han logrado derribar?

Baltasar Garzón, el ya ex magistrado español que alcanzó fama mundial por intentar sentar en el banquillo al dictador chileno Augusto Pinochet, ha sido sometido a dos juicios en un mes y estuvo cerca de ser procesado en un tercer caso. El resultado: un archivo, una absolución y una condena que ha puesto fin a su carrera, una situación que desde su entorno se cree que es un ataque personal.

"Se dice que tiene que ser igual que los demás ante la ley, pero yo le doy la vuelta a esta afirmación. Tengo serias dudas de que cualquier otro juez que no fuera Baltasar Garzón estaría en esta situación", dijo a Reuters una fuente muy próxima a él.

Una mente legal brillante que sorprende o desquicia - según opinen amigos o enemigos - con su mezcla de integridad y vanagloria, el futuro judicial en España del ex magistrado de 56 se ha vuelto de color negro después de ser condenado a 11 años de inhabilitación profesional por prevaricación y por vulnerar las garantías constitucionales de los presuntos cabecillas de la red corrupta Gürtel.

El Supremo lo absolvió el lunes de un delito de prevaricación por aceptar investigar los crímenes del franquismo y finalmente se decidió no abrir juicio oral contra él por la acusación de que se habría beneficiado económicamente del patrocinio económico a unos cursos que dio en Nueva York pero el daño ya está hecho.

"Acudiré a las vías legales que correspondan para combatir esta sentencia y ejerceré todas las acciones que sean pertinentes para tratar de paliar el perjuicio irreparable que los autores de esta sentencia han cometido", dijo el propio Garzón después de ser condenado por Gürtel.

La semana pasada, presentó la nulidad de la sentencia, un paso previo necesario para presentar un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional.

"Esta sentencia (...) contribuye gravemente, en el afán de acabar con un concreto juez, a laminar la independencia de los jueces en España", agregó en un comunicado.

Durante sus más de 20 años como juez instructor en la Audiencia Nacional, Garzón hizo carrera afrontando los casos más difíciles y controvertidos, desde la "operación Nécora" contra el narcotráfico en Galicia en los años 80 hasta las operaciones contra el entorno de ETA que aún están en marcha, lo que le ganó fama pero también la envidia de una serie de poderosos enemigos en ciertos sectores. Sus investigaciones afectaron a políticos tanto de izquierdas como de derechas.

Pero la mayor controversia surgió cuando en 2008 aceptó investigar la desaparición de más de 110.000 civiles durante la Guerra Civil y la dictadura de Franco - del que llegó a pedir su certificado de defunción -, a pesar de que la Ley de Amnistía aprobada en 1977 suponía pasar página y dejar atrás el pasado como parte del compromiso para alcanzar la democracia.

Este fue el primer caso que surgió contra él y provocó que fuera suspendido temporalmente de su puesto en la Audiencia hace casi dos años, aunque ha sido el último del que se ha conocido el resultado.

Sin embargo, fueran cuales fueran los razonamientos legales de sus decisiones, muchas voces, sobre todo desde la izquierda pero también algunas en la derecha, sostienen que su odisea judicial se ha debido a interferencias políticas, y sobre todo al hecho de que su investigación sobre Gürtel afectara a una posible corrupción en el seno del Partido Popular, que llegó al poder tras arrasar en las elecciones generales de noviembre.

Ya sea por celos profesionales o no, sus enemigos en el ámbito judicial dicen estar cansados de lo que consideran una promoción personal y un deseo de hacerse con los casos más controvertidos. Los políticos temen su independencia, y ahora, ambos van contra él para amordazarle de una vez por todas, defienden sus simpatizantes.

"Esta es una carrera de casta y escalafón, que haya alguien que destaque no sentó bien", aseguró la fuente próxima al juez.

"Ha sido muy independiente, no está en ninguna asociación judicial y eso no es muy normal, no se ha querido casar con nadie".

FUTURO INCIERTO

En el aire queda cuál será el futuro de Garzón, que ha dicho que mantendrá la batalla legal hasta el final y si es necesario llegará hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. De momento mantiene su trabajo de asesor

Después de ser expulsado temporalmente de la Audiencia Nacional fue asesor de la Corte Penal Internacional durante un año, y ahora es asesor de la misión de paz de la Organización de Estados Americanos en Colombia, además de trabajar para Ecuador como coordinador de una comisión que reforma la justicia.

Garzón mantiene su reputación intacta en el exterior, después de haber investigado numerosos casos sobre violaciones de derechos humanos, y cuenta con el apoyo de organizaciones como Amnistía Internacional o Human Rights Watch, así como de numerosos juristas extranjeros.

Así, lamentan lo que consideran un terrible espectáculo de la justicia española, puesto que el ex juez está considerado a nivel internacional un brillante ejemplo de valentía judicial por perseguir causas que van desde las mafias rusas o italianas al integrismo islámico o los crímenes contra la humanidad, sin temer el poder de las clases políticas que se creen intocables.

En España hay una división de opiniones mucho mayor, y algunos periodistas y comentaristas se han vanagloriado de que por fin Garzón caía de su pedestal y ha recibido la misma mano dura que él aplicó.

FAMA MUNDIAL

Garzón saltó a la fama internacional en 1998, cuando intentó extraditar a Pinochet mientras estaba de visita en Londres para juzgarle por crímenes contra la humanidad. Aunque finalmente no lo logró por una decisión política en Reino Unido, inició una tendencia sobre la llamada justicia universal para que los crímenes de guerra y las violaciones de derechos humanos pudieran ser perseguidos más allá de las fronteras en las que se cometieron.

Posteriormente, investigaría casos relacionados con los prisioneros en la base naval estadounidense de Guantánamo o los desaparecidos en la dictadura argentina durante los años 70 e incluso pidió el procesamiento del líder de Al Qaeda Osama bin Laden.

Estos casos llegaron mucho después de que ya se hubiera hecho un nombre en España. Tras llegar a la Audiencia Nacional en Madrid con 32 años, su primera operación sorprendente fue contra el narcotráfico en Galicia, una región duramente azotada por esta plaga en los años 80.

"Lo primero que hizo fue ir acompañado de la prensa, y eso contribuyó a que en Galicia se visualizase al Estado, a la justicia, a la policía, para ver que no era un territorio sin ley", dijo una fuente próxima a Garzón.

"La justicia no tiene rostro, y él se convirtió en un juez cotidiano, se salió de la ortodoxia de sus compañeros, la justicia en España va muy retardada, tiene que ser más accesible, más rápida", agregó.

Además, sus operaciones contra ETA y sus ramas política y económica le valieron ser amenazado por la banda armada. Luego vino la oferta del entonces presidente Felipe González, que consiguió que diera el salto a la política y se presentara a las elecciones de 1993, tras las cuales dirigió el programa antidrogas del Gobierno.

Sin embargo, un año después dejaba el cargo, acusando al Ejecutivo socialista de ser demasiado blando con la corrupción, aunque expertos políticos afirman que en realidad se debió a su ambición, puesto que González no le dio la prometida cartera de Justicia. Poco después se creó numerosos enemigos en el PSOE al investigar el GAL, un grupo creado desde el Gobierno en la lucha sucia contra ETA.

/Por Elisabeth O'Leary y Teresa Larraz Mora/

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