
El que ríe el último ríe mejor. Hace apenas un mes la percepción del campo de batalla europeo reflejaba una imagen que, simplificada y caricaturizada por políticos y analistas, mostraba a todos los Gobiernos nacionales y a sus respectivas diplomacias remando en la misma dirección que la todopoderosa Alemania -el único país con capacidad para rescatar de la quiebra a socios en apuros como Grecia, Irlanda o Portugal, e incluso Italia y España- y dejando a Reino Unido aislado.
Las tornas han cambiado y, tras un mes de negociaciones, la UE acaba de alumbrar un tercer borrador de Tratado que rebaja las pretensiones alemanas de grabar sobre el mármol los principios más estrictos posibles de rigor presupuestario. Francia e Italia lograron que sus argumentos calasen. Y todos han decidido hacer guiños a Londres para evitar una ruptura con una de las principales potencias del Viejo Continente.
Sobre la justicia comunitaria
Los franceses, celosos de su soberanía, han logrado reducir los nuevos poderes que ya daban por suyos la Comisión Europea y el Tribunal de Justicia de la UE. Los jueces comunitarios sólo podrán, en virtud del futuro Tratado, juzgar si los Estados han incluido en sus respectivos ordenamientos jurídicos nacionales una regla de oro contra el déficit público. Regla de oro que idealmente, pero no obligatoriamente, debería introducirse en sus Constituciones como han hecho Alemania y España.
Y la Comisión Europea no podrá interponer recursos contra los Estados ante la Justicia comunitaria por este motivo. Sólo podrá analizar la situación si invitan a hacerlo otros Estados, y serán estos los que llegado el caso recurrirían a los jueces. De modo que en este caso se cortocircuitaría uno de los principios básicos del pasado medio siglo de construcción e integración europea: que el monopolio de la iniciativa reside en el Ejecutivo comunitario, supuestamente independiente ante los Estados.
Roma, por su parte, ha logrado que en este tercer borrador no se permita a la Comisión Europea presentar recomendaciones a los países con deudas públicas desbocadas, y sólo podrá hacerlo a aquellos con déficits públicos excesivos. Según los cálculos de Bruselas, la deuda pública de la República transalpina en 2011 y 2012 se dispara a un nivel equivalente al 120,5% de su producto interior bruto (PIB).
El Tratado corrió ayer como la pólvora una vez lo colgó en su web el think tank Open Europe, centro de estudios londinense de tendencia euroescéptica. "Este último borrador supone una victoria provisional para Cameron y Clegg", valoró el blog de Open Europe refiriéndose al primer ministro británico, el conservador David Cameron, y al viceprimer ministro, el liberal Nick Clegg. En el hasta la fecha último borrador se reduce el riesgo de que se fragmente el mercado interior que comparte el conjunto de los 27 países de la UE, si avanzaran los 17 países del euro más rápido en la integración política y económica.
Para Reino Unido, el logro más importante de la UE, lo que más merece la pena salvaguardar y potenciar, es precisamente el mercado único como gran área de libre comercio. También se diluye el temor británico de que a través de la legislación que afecta al mercado interior sus socios de la UE le impongan normas financieras que encorseten a la City londinense.
Eurodiputados puenteados
"El último borrador del Tratado sobre una unión económica reforzada es inaceptable", aseguraron ayer a través de un comunicado de prensa conjunto los jefes de filas en el Parlamento Europeo de los eurodiputados conservadores, socialdemócratas, liberales y verdes; el grueso de la Eurocámara.
"No es compatible con los tratados de la UE existentes y no respeta el método comunitario para la toma de decisiones", lamentaron sus señorías antes de subrayar: "No garantiza que las decisiones para aplicar el nuevo acuerdo se tomen según los procedimientos normales para garantizar su adecuado control democrático". Traducción libre: el Parlamento Europeo es otra institución comunitaria de la que intentan prescindir los Estados en lo que al futuro Tratado concierne.