
El presidente alemán, Christian Wulff, admitió que cometió un "grave error" al tratar de evitar que un diario publicara una bochornosa historia sobre un préstamo hipotecario, pero dijo que no tenía intención de dimitir.
El escándalo que ha perseguido a Wulff desde mediados de diciembre amenaza con convertirse en una importante distracción para la canciller, Angela Merkel, que trata de centrarse en la resolución de la crisis de deuda de la zona euro.
Sus críticos dicen que demuestra un pésimo juicio de la canciller, ya que ella impulsó la elección de Wulff en 2010 frente a un popular candidato de la oposición.
Amenazas al diario 'Bild'
Wulff se había mantenido en silencio desde que se supo que el mes pasado había dejado un mensaje en el buzón de voz del director del diario Bild, el de mayor ventas en Alemania, en el que amenazaba con la "guerra" si publicaba el artículo sobre su préstamo hipotecario a un bajo interés.
Pero mientras aumenta la presión para que dimita, el presidente concedió una entrevista a las cadenas públicas de televisión, ARD y ZDF, para tratar de calmar la tempestad.
"La llamada al director del Bild fue un error grave, por el que pido perdón y me disculpo", dijo Wulff, añadiendo que no había hecho todo bien, pero que no había vulnerado ninguna ley.
Asegura que no dimitirá
Cuando se le preguntó si había considerado dimitir en los últimos días, Wulff dijo: "No, porque he tenido un gran apoyo en las últimas semanas de muchos ciudadanos, amigos y empleados".
El miércoles, Merkel dio su respaldo al político de 52 años, ex primer ministro de Baja Sajonia. Pero dada la indignación en Alemania por su conducta, no está claro cuánto tiempo puede la canciller darle su apoyo y si su disculpa será suficiente para que la presión se alivie.
Si Wulff se viera obligado a renunciar, ella se enfrentaría a la difícil tarea de encontrar a un sucesor y reunir apoyos en su coalición de centroderecha para un nuevo candidato, un proceso que llevará semanas y podría exponer nuevas grietas en su gobierno.
Los alemanes se toman el cargo de presidente, en gran medida testimonial, muy en serio. El titular del cargo es visto como una autoridad moral que defiende las leyes establecidas en la Constitución, incluyendo un compromiso con la libertad de prensa.