Las grandes empresas estadounidenses, que acumularon liquidez desde la crisis financiera, son muy prudentes a la hora de invertir y contratar, a causa de los nuevos sacudones en los mercados.
"Están muy cautas frente a las inversiones y preocupadas de que les sea difícil captar capitales en caso de necesitarlos", explicó a la AFP Mitchell Petersen, profesor de Finanzas.
No está lejos el recuerdo de las líneas de crédito fácilmente disponibles hasta que desaparecieron súbitamente en el otoño de 2008, explicó. Los directores financieros prefieren "guardar su dinero en una cuenta bancaria" antes que asumir el riesgo de encontrarse escasos de liquidez en el caso de que todas las fuentes se agoten.
"Las empresas tienen un monto muy importante de dinero disponible", agregó este profesor de la Escuela de Comercio Kellog de la Universidad Northwestern de Chicago.
Al margen del sector financiero, las empresas que integran el índice ampliado Standard and Poor's 500 detentan en total 1,149 billones de dólares en efectivo, según la firma Capital IQ.
Las empresas estadounidenses en su conjunto habían aumentado a fines de 2010 en 11,2% el monto de sus reservas disponibles respecto de un año antes y eso ha ocurrido a pesar de "los mayores gastos en inversiones, dividendos y fusiones-adquisiciones", destacaba la agencia calificadora Moody's en un informe de fines de julio.
Los sectores que más ahorraron fueron los de tecnologías (264.000 millones de dólares de liquidez), farmacia (141.000 millones), los de energía y de productos de consumo (más de 100.000 millones cada uno).
Apple, Microsoft, Cisco, Pfizer y Google son los grupos que tienen los cofres más llenos.
Y con las tasas de interés en su nivel más bajo, la relación entre la deuda de las empresas y su liquidez disponible "es la más baja desde 2006", según la agencia calificadora.
Los grandes grupos estadounidenses podrían, sin embargo, elegir invertir, devolver los préstamos o distribuir mayores dividendos entre sus accionistas.
Pero en su lugar, "están en estado de espera, puesto que el futuro es bastante sombrío e incierto", indicó Petersen. Con la crisis de la deuda pública en Europa y políticas presupuestarias "mucho más ambiguas" que hace algunos años en Estados Unidos, se acentúan los temores.
Un director financiero o un presidente de empresa preferirán esperar "tres meses, seis meses o un año" antes de construir una fábrica, observó. "¿Por qué invertir ahora", cuando la perspectiva para los próximos dos años es muy incierta?
Por las mismas razones, las empresas probablemente pondrán un freno a su política de contrataciones de personal. "Dado que la economía sigue mostrando vacilaciones, la mayoría de las empresas no creará puestos de trabajo", explica a la AFP John Challenger, de la firma de asesoramiento Challenger, Gray & Christmas.
"No quieren contratar a 1.000 personas el mes próximo para despedirlas seis meses después, porque la demanda no se concretó", afirma.
El actual estado de los mercados y la brecha creciente entre las tasas de interés de los préstamos considerados más o menos riesgos, son otros factores que incitan a las empresas a retrasar sus inversiones, estima John Lonski, de Moody's Analitics. Para ellas, "no es el momento de crecer" y "tal vez sea mejor esperar para reemplazar los equipamientos usados u obsoletos", aseguraba en una nota el jueves.