RENA, Noruega (Reuters) - Anders Behring Breivik habló relajadamente de un futuro que debió saber que nunca llegaría, mientras iba a su granja en un taxi el día previo a asesinar a 77 personas.
La policía cree que el noruego de 32 años acababa de colocar en el centro de Oslo uno de los dos vehículos usados en su doble atentado, ya sea el auto que contenía la bomba que devastaría el distrito gubernamental de Noruega o la camioneta que utilizó para llegar hasta un campamento juvenil.
Después de eso, Breivik tomó un tren de regreso a Rena, donde se subió al Mercedes Benz gris metalizado conducido por Ariid Tangen, de 40 años.
Mientras viajaban hasta la casa donde había escrito su "manifiesto" de 1.519 páginas y pasado meses planeando su atentado, el autoproclamado defensor de Europa y Tangen conversaron sobre asuntos sin importancia.
"Hablamos todo el camino y tuvimos una charla agradable sobre nada en particular: el clima, la hacienda y que quería trabajar la tierra. Dijo que había alquilado la hacienda para vivir como un granjero y que, si le gustaba, compraría una", dijo Tangen a Reuters días después.
En ningún momento del trayecto de 12 kilómetros Breivik dio señales de lo que estaba por suceder, remarcó Tangen.
"Lo he analizado en mi mente hasta el más mínimo detalle. No estaba nervioso, bromeaba, se reía. No termino de entender cómo es que lo hizo. Debió haber colocado la bomba poco tiempo antes", remarcó el taxista.
Para muchos noruegos, que todavía se sienten paralizados por el peor episodio de violencia en el país desde la Segunda Guerra Mundial, el hecho de que el presunto atacante luciera y actuara tan normalmente es uno de los aspectos más perturbadores de los atentados.
"Lo que me desvela es que no sea un monstruo. Que sea un muchacho noruego normal", escribió Peter Svaar, un periodista que fue compañero de escuela de Breivik en la adolescencia.
Desde los ataques del 22 de julio, la mayoría de los allegados a Breivik se han escondido. No responden las llamadas telefónicas y el policía que atendió a la puerta de la exclusiva casa que tiene la madre de Breivik en Oslo simplemente sonrió y dijo "No hay nadie".
Y si bien algunos de los que están dispuestos a hablar dicen que siempre hubo algo raro en este joven tranquilo y serio, otros insisten en que no vieron ningún tipo de señal de advertencia.
"El era un joven noruego normal, de buen comportamiento. No había señales", dijo a Reuters su madrastra en una breve entrevista telefónica.
MATABA HORMIGAS
La crianza de Breivik fue privilegiada, incluso para los estándares noruegos. Fue a la misma escuela primaria que el príncipe Haakon, que era alguno años mayor.
En Handelsgymnasium, una escuela secundaria del centro de Oslo donde los padres de los recién llegados son recibidos por un organista que interpreta piezas de Edward Elgar, Breivik no solo estuvo rodeado de una sensación de tradición sino también de los futuros líderes económicos y políticos de su país.
"Realmente no tuve ningún tipo de experiencias negativas durante mi infancia", escribió Breivik sobre su crianza.
Pero algunos de los que lo conocieron dicen que Breivik siempre cruzaba los límites, incluso siendo un niño.
"El parecía un tipo duro que podía hacer cosas que resultaban impensables para nosotros. Como escupir en el sótano, orinar en el depósito del vecino y encontrar un gran placer en matar hormigas", escribió en un diario local Lina Engelsrud, una amiga de la infancia de los 3 a los 14 años.
Investigadores especulan que Breivik podría haber tenido problemas para lidiar con la falta de su padre, un exitoso diplomático que dejó a su familia cuando su hijo tenía un año.
Jens Breivik trabajó para el Ministerio de Relaciones Exteriores noruego desde 1966 a 1996, dijo el portavoz de la cartera Frode Andersen. Breivik padre ocupó puestos en Londres, Teherán y París antes de retirarse en Francia.
Jens y su nueva esposa Tove, otra diplomática de carrera, disputaron la custodia del joven Anders pero perdieron el caso. Anders contó que ocasionalmente los visitó en Francia, pero básicamente creció junto a su madre Wenche, una enfermera, y su nuevo esposo, un oficial del Ejército.
Breivik dice que su juventud estuvo dominada por fuertes figuras "matriarcales" y que le preocupa que éstas lo hayan "feminizado", por lo que dedicó una significativa parte de su manifiesto a quejarse de la decadencia de la "paternidad" convencional en Europa occidental en general.
"La ausencia de la paternidad ha creado una sociedad llena de patologías sociales, y la falta de seguridad personal masculina nos hizo presa fácil de nuestros enemigos. Si Occidente pretende sobrevivir, necesitamos reimponer una sana dosis de autoridad varonil", aseveró Breivik.
El contacto con su padre se perdió por completo, dice Breivik, después de haberse metido en problemas por realizar grafitis de adolescente. Pero conservó la comunicación con la esposa de su progenitor.
Breivik dijo que su padre también se había aislado de sus otros cuatro hijos "de modo que queda bastante claro de quién fue la culpa". Breivik habla de sus deseos ocasionales de reanudar la relación, pero dice que eso nunca se concretó.
Tras el ataque del mes pasado, el padre de Breivik dijo a la televisión noruega desde Francia que a veces deseó que su hijo se hubiera quitado la vida en lugar de atacar a terceros.
"Tal vez (Anders) pensó que no era tan bueno como su padre, pero esto es solo especulación", dijo a Reuters Ragnhild Bjoernebekk, investigadora de la escuela policial de Noruega quien se especializa en crimen y violencia.
"100 POR CIEN HETEROSEXUAL"
Bjoernebekk también teorizó que Breivik podría haberse disgustado por el rechazo de una amante. Breivik escribió con reprobación sobre algunos de sus amigos, diciendo que habían tenido relaciones sexuales con 700 personas.
"He llevado una vida bastante ascética, un estilo de vida que no resultaría atractivo para muchos. Sin embargo, de haberlo querido, podría haber conseguido más o menos todo lo que me propusiera", dijo Breivik.
Algunos de sus amigos y su hermana intentaron persuadirlo de que consiguiera una novia en reiteradas oportunidades, dice Breivik, quien señala que eso no se habría ajustado a su plan.
Su prioridad, según escribió, fue salvaguardar su misión.
"Algunos de mis amigos tienen sus sospechas. He logrado mantener estas sospechas al margen de mis convicciones políticas. No obstante, creen que estoy jugando WOW (el juego de computadora World of Warcraft) y un par de ellos creen que opté por el semiaislamiento debido a una presunta relación homosexual que estoy tratando de ocultar", escribió.
Esa idea era "hilarante", explicó, ya que era "100 por cien heterosexual".
Breivik deja en claro en su diario que deliberadamente eligió un círculo social que creía que no tendría sospechas y no se pondría en su camino.
Las descripciones de sus relaciones a veces son afectuosas, pero otras terriblemente frías. Escribió sobre un amigo, Marius, que "era bombero, lo cual es bastante irónico ya que pronto me aseguraré de que tenga mucho trabajo".
"Yo (...) solo mantenía correspondencia con personas moderadas que no tenían idea alguna sobre mis actividades clandestinas", escribió Breivik.
En otro pasaje, sugiere que podría dispararle a la novia del propietario de su casa si viniera a la hacienda inesperadamente y descubriera lo que estaba tramando.
Breivik escribió del afecto que sentía por la esposa de su padre, pero como ocupó un alto cargo en la agencia inmigratoria de Noruega a la que responsabiliza por la llegada de musulmanes extranjeros, dice que merecía morir al igual que muchos otros.
"Si bien le tengo mucho aprecio, no les recriminaría a los Caballeros Templarios si fuera ejecutada en un ataque (...) ya que supo ser una herramienta principal del régimen multicultural de Noruega y una traidora clase B", escribió Breivik.
Los Caballeros Templarios a los que Breivik hace referencia parecen ser una colección dispar de fanáticos de derecha que incluyen a criminales de guerra serbios y nacionalistas ingleses, que planean todos acciones semi-independientes.
DELIRIO
El vasto documento de Breivik, publicado en Internet y enviado por correo electrónico a cientos de contactos pocas horas antes del ataque, aporta algunas pistas de lo que lo motivó: el bombardeo de la OTAN a Serbia en 1999, una reunión de extremistas en Londres en 2002 e intentos de hurto por parte de inmigrantes en las calles de Oslo.
Pero investigadores y otros analistas dicen que el documento estaría lleno de inexactitudes y que el talento de Breivik para el engaño podría haberse convertido en delirio.
Todo su testimonio muestra, según los investigadores, que se trata de un hombre conflictivo que creía que matar haría que la gente conociera sus ideas y le daría significado a su vida.
La policía está verificando con urgencia sus afirmaciones sobre una red mayor, pero creen que actuó solo.
Si bien su foco en la propaganda y el efecto político habría sido inspirado en parte de otros grupos militantes como Al Qaeda, que claramente había estudiado y por los cuales había manifestado un respeto con reservas, la policía dice que una comparación más precisa se da con otros personajes solitarios ligados a ataques aislados en Europa y Norteamérica.
"Disparar así muestra a una persona sin emociones, sin empatía (...) controlada pero de una forma fuera de lo normal", dijo Bjoernebekk.
"Existen similitudes con Columbine y Virginia Tech", agregó en referencia a los ataques en escuelas estadounidenses en 1999 y 2007.
Pat Brown, un criminólogo radicado en Washington, dijo que Breivik presentaba delirios mesiánicos similares a los de otros atacantes.
"Deciden que quieren destacarse y que sus nombres aparezcan en los periódicos, aunque mueran en el proceso. La mayor parte de todo es una fantasía", destacó Brown.
SIEMPRE FUERA DE LUGAR
No queda claro cómo Breivik obtuvo el dinero para alquilar su hacienda, comprar los materiales para el ataque y sobrevivir sin empleo durante varios años.
Breivik hace alarde de su exitosa carrera como hombre de negocios, diciendo que acumuló su primer millón de coronas noruegas (185.000 dólares) a los 24 años, y que luego ganó más dinero con diversas operaciones bursátiles. También confesó que perdió unos 2 millones en inversiones que no funcionaron.
Como con muchas otras cosas de su historia, puede que haya un elemento de automitificación. El hombre de negocios al que Breivik se refiere como su "mentor" en su manifiesto pone en duda que la relación haya sido alguna vez tan cercana.
"Nunca fui ni acepté el rol de nada parecido a un mentor", dijo Richard Steenfeldt Berg en su página de Facebook admitiendo que conoció "a este monstruo 11 años atrás".
Steenfeldt Berg destacó que apenas percibió las opiniones de extrema derecha de Breivik.
"El nunca hizo ningún comentario xenófobo, lo que en retrospectiva resulta extraño. Sin embargo, recuerdo que una vez yo estaba criticando las políticas inmigratorias de la derecha populista. El hizo silencio y se fue", recordó.
Lo que tal vez no sorprenda es que muchos de los que aparentemente podrían haber conocido al asesino noruego dicen que apenas lo recuerdan.
Breivik afirmó que en algún momento perteneció al Partido del Progreso, un grupo opositor populista de derecha, e incluso se postuló como candidato para el consejo de la ciudad de Oslo en el 2003 antes de decidir que el partido no era lo suficientemente radical.
Pero un portavoz del partido dijo que Breivik "no era conocido. No podemos encontrar una sola foto de él en reuniones oficiales, fiestas o cenas. No hay rastro de que haya escrito nada".
En su diario, Breivik relató uno de sus frecuentes viajes a una ciudad cercana para comprar comida. Una muchacha "atractiva" lo miró en el restaurante, escribió, y se preocupó por temor a que sus prendas elegantes y su buen aspecto lo hicieran visible en esta zona rural a 100 kilómetros de Oslo.
Pero sus vecinos lo recuerdan más por su torpeza y falta de conocimiento sobre tecnología agrícola.
Esa impresión parece haber durado incluso hasta el momento en el que se bajó del ferry en la isla donde mató a la mayoría de sus víctimas. Vestido con uniforme policial, sus modales y, en especial su vehículo no oficial, causó nerviosismo en algunos transeúntes.
"Recuerdo haber reaccionado al hecho de que el hombre llegó en un vehículo civil y estoy 100 por cien seguro de haber dicho que debíamos verificar su identidad y bromeado sobre que no era de la policía," escribió Haakon Sandbakken, de 22 años, quien estaba en el mismo transbordador.
Pero una vez más, nadie cuestionó a Breivik. Momentos más tarde, estaba en la isla disparando.
/Por John Acher, Alister Doyle y Peter Apps/