
La violencia asuela Siria tres meses después del inicio de la revuelta popular contra el régimen de Bashar Al Asad, cuyas fuerzas apoyadas por helicópteros mataron el viernes a 25 personas, y estaban el sábado a las puertas de Jisr al Shughur, escenario de una dura represión.
Pese a las sanciones y protestas internacionales, el régimen sirio parece dispuesto a reprimir sangrientamente cualquier protesta, en acciones calificadas de "atroces" por la vecina Turquía y "espantosas" por la Casa Blanca.
Mientras los 15 miembros del Consejo de Seguridad de la ONU no se ponen de acuerdo sobre una resolución que condene esta represión, Estados Unidos exigió que "cesen inmediatamente" "las violencias y la brutalidad".
Las críticas al régimen sirio no proceden solamente de gobiernos: más de 15 ciudades de todo el mundo, entre ellas París, Montréal y Nueva York, se asociaron este sábado en una jornada mundial en favor de Siria.
El viernes, el ejército sirio, apoyado por helicópteros, mató a por lo menos 25 civiles durante manifestaciones hostiles al régimen en todo el país.
La televisión estatal acusó por su lado a "grupos terroristas armados" de haber atacado un cuartel general de las fuerzas de seguridad en Maaret Al Numan, y de haber prendido fuego a las cosechas en torno a Jisr al Shughur.
Este sábado, el ejército sirio se encontraba en la entrada de esta ciudad ubicada en la provincia de Idleb (noroeste).
"La tensión es intensa en esta región. Las fuerzas sirias están apostadas en las puertas de Jisr al Shughur, aunque no han entrado en la ciudad", declaró un militante, citando a habitantes.
"La gente se ha ido hacia la frontera turca, que está muy cerca. Entre 4.000 y 5.000 personas quieren huir a Turquía" para escapar a la violencia, agregó la fuente.
En los últimos días, la represión fue particularmente violenta en la provincia de Idleb (noroeste), situada 330 km al norte de Damasco. El régimen había anunciado el viernes una operación militar en la zona de Jisr al Shughur "a pedido de los habitantes".
Pero miles de sirios que huyen de la violencia y represión se congregaban a lo largo de la frontera con Turquía, aunque dudan en atravesar la línea de demarcación por temor a convertirse en exiliados.
En Jisr Al Shughur, de 50.000 habitantes, "todo el mundo se ha ido, ya no queda nadie", afirmó a través de la frontera Abu Talal, un campesino de 45 años, instalado con su familia en una colina desde la que se domina la frontera.
En apoyo a Jisr Al Shughur, decenas de miles de personas se manifestaron el viernes en todo el país convocados por los militantes prodemocracia. Esas manifestaciones se produjeron desde las regiones kurdas del norte hasta las ciudades del centro-este de Deir Ezzor y Abu Kamal, pasando por la capital Damasco. Todas ellas fueron duramente reprimidas, con un saldo global de 14 muertos.
Sin embargo, debido a las restricciones impuestas por el régimen, los periodistas no pueden circular libremente por el país, y las informaciones son difícilmente confirmables en fuentes independientes.
Pero varios desertores del ejército, refugiados en la frontera turca relataron la brutal represión ejercida por sus unidades contra los movimientos de protesta, pero también el miedo de los soldados, amenazados de muerte en caso de insubordinación o deserción.
"Colocan a francotiradores en algunos puntos elevados, son policías en civil o milicianos del Hezbolá (grupo armado islamista libanés, apoyado por Siria e Irán), y cuando los soldados no disparan (contra los manifestantes), los matan", aseguró uno de ellos.
Desde el 15 de marzo, la represión del movimiento de protesta ha dejado en Siria más de 1.200 muertos, 10.000 detenidos y la huida de millares más --4.300 solamente en Turquía-- según datos de las ONG.