La Fuerza Internacional para la Asistencia a la Seguridad en Afganistán (ISAF) ha expresado este sábado su repulsa contra los atentados perpetrados en las provincias de Kandahar, Jost y Laghman, que han dejado una veintena de muertos que se añaden al balance récord de víctimas civiles del mes de mayo, el más sangriento en el país centroasiático desde 2007.
Al menos 15 personas perdieron la vida en Kandahar, entre ellas cuatro mujeres y ocho niños, cuando un artefacto explosivo improvisado destrozó el vehículo en el que viajaban. A ellos otros cinco muertos, cuatro de ellos policías, y otras 21 heridos más en Jost y Lagman,.
"Familias inocentes se despertaron esta mañana para disfrutar de un día libre con sus familias o fueron a trabajar de Policias para proteger a sus conciudadanos afganos. Pero hoy no volverán a casa, al haber sido asesinados de manera despreciable a manos de insurgentes, empeñados en impedir la paz y la estabilidad que busca la inmensa mayoría del pueblo", declaró el director de Asuntos Públicos de la ISAF, el vicealmirante Vic Beck.
"Rezamos junto a las familias y los amigos de los fallecidos, y trabajaremos para que nuestros socios afganos lleven a los responsables ante la justicia", concluyó.
Este sábado, la Misión de Asistencia de Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA) ha documentado el pasado mayo como el mes más sangriento para los civiles afganos desde 2007, con 368 muertos y 593 heridos "en incidentes relacionados con el conflicto".
Según la directora de Derechos Humanos de la UNAMA, Georgette Gagnon, "han muerto más civiles en mayo que en cualquier otro mes desde 2007, cuando la UNAMA comenzó a llevar un registro de víctimas civiles".
"Nos preocupa mucho que el sufrimiento de los civiles aumente incluso más a lo largo de los combates de la temporada veraniega, que según todos los registros suele conllevar el mayor número de víctimas civiles", añadió Gagnon, quien pidió "a todas las partes implicadas en el conflicto que aumenten sus esfuerzos para proteger a los civiles desde ahora mismo".
Naciones Unidas responsabiliza a la insurgencia de un 82 por ciento del número de fallecidos, un total de 301 civiles muertos. Un 12 por ciento, un total de 45, murieron por culpa de "fuerzas progubernamentales". El 6 por ciento restante, 22 fallecidos, perdieron la vida atrapados entre el fuego de ambos bandos.
Un 40 por ciento de las víctimas fallecieron a consecuencia de artefactos explosivos improvisados, una de las armas preferidas de la insurgencia.
El informe, sin embargo, nunca menciona explícitamente a la coalición internacional, a la que Kabul responsabiliza de numerosas víctimas civiles durante sus operaciones de combate contra los talibán --como la muerte de nueve personas, la mayoría de ellas niños, el mes pasado en el sur del país--, y que suponen uno de los principales puntos de fricción entre el Gobierno afgano y la comunidad internacional.