SANA/YEDA (Reuters) - Crueles escenas de guerra, con cadáveres tirados en las calles, se veían el miércoles en una ciudad del sur de Yemen tras los enfrentamientos entre fuerzas del Gobierno e islamistas, dijo un responsable local, subrayando los múltiples focos de conflicto en el país.
El presidente Ali Abdulá Saleh, de 69 años, está recibiendo tratamiento en la capital saudí, Riad, por las heridas que sufrió el viernes cuando su palacio de Saná fue bombardeado.
Hasta el momento, la información sobre su estado eran contradictorios, variando desde versiones de que eran lesiones menores hasta que tenía un 40 por ciento de quemaduras en el cuerpo.
Una tregua entre sus fuerzas y los miembros tribales que apoyan las protestas pro-democráticas regía en Saná. Las potencias occidentales y árabes han trabajado para convencer a Saleh de que permanezca alejado del país y permita una transición negociada del poder.
Saleh ha dejado una nación en crisis, con los civiles sufriendo la peor parte del conflicto. El personal médico está teniendo dificultades para acceder a los heridos y la electricidad y el agua son escasos, afirmó el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR).
El CICR y equipos de la Media Luna Roja de Yemen recuperaron alrededor de 20 cuerpos en y alrededor de Saná desde el sábado, incluyendo siete el martes en al-Hassaba, al norte de la capital.
"Debido a los combates, a menudo ha sido difícil para el personal médico llegar a ciertas partes de Saná", dijo Jean- Nicolas Marti, jefe de la delegación del CICR en Yemen.
Responsables y residentes describieron las nefastas escenas en la provincia de Abyan, en el sur, donde el Ejército y los militantes se han enfrentado por cuarto día consecutivo, causando el éxodo de miles de habitantes.
"Hay olor a artillería y sangre en el aire. Sólo me quedé para proteger mi hogar, pero ahora quiero salir de este infierno", dijo el residente Khaled Abboud por teléfono.
Los combates han reducido a Zinjibar, una localidad de más de 50.000 habitantes, a un pueblo fantasma sin luz ni agua.
El Ejército yemení dice haber matado a 30 islamistas en Zinjibar, donde un responsable local dijo que 15 soldados han muerto en los combates por hacerse con el control de la localidad, que fue capturada por los integristas hace unos 10 días.
Algunos detractores del presidente le acusan de permitir deliberadamente a los militantes de Al Qaeda hacerse con Zinjibar para poner de manifiesto los peligros para la seguridad si pierde el poder.
La inestable situación en un país que se encuentra en rutas marítimas vitales para el transporte de petróleo preocupa mucho en Occidente y en el gigante petrolero saudí, que temen que el caos pudiera permitir a la rama local de Al Qaeda actuar con mayor libertad.
La marcha de Saleh está considerada como una ocasión para facilitar su salida del poder tras casi 33 años al frente del empobrecido país.
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