TOKIO (Reuters) - Los trabajadores de la planta nuclear japonesa de Fukushima comenzaron el martes a preparar los equipos para permitir el inicio de las reparaciones de los sistemas de refrigeración, claves para controlar los reactores que quedaron gravemente dañados por el terremoto y el tsunami del 11 de marzo.
Los soldados avanzaron a menos de 10 kilómetros del complejo de Fukushima para buscar a los que siguen desaparecidos tras el desastre, la distancia más cercana a la planta a la que han llegado desde que ésta comenzó a filtrar radiación tras los daños causados por la catástrofe natural.
Tokyo Electric Power (TEPCO) ha dicho que podría tardar el resto del año en controlar la central nuclear.
La compañía dijo que había comenzado la construcción de tiendas de campaña especiales en la entrada de los edificios de la turbina para que los trabajadores pudieran entrar y salir. También está instalando ventiladores con filtros en el reactor número 1 para reducir la radiación en el interior a una vigésima parte de los niveles actuales en pocos días.
"Queremos aspirar el aire en el edificio y utilizar el filtro para eliminar radiación", dijo el portavoz de TEPCO Junichi Matsumoto a periodistas.
El terremoto de magnitud 9,0 y el devastador tsunami que lo siguió afectaron a los sistemas de refrigeración de la planta de energía nuclear Fukushima Daiichi, situada a unos 240 kilómetros al norte de Tokio, causando una fuga de radiación.
Se trata del peor desastre en Japón desde la Segunda Guerra Mundial y causó unos 14.700 muertos, alrededor de 11.000 desaparecidos y decenas de miles de hogares destruidos.
Dentro de las continuas labores de búsqueda de los desaparecidos, 560 soldados de las fuerzas de Autodefensa japonesa comenzaron a trabajar dentro de un radio de 10 kilómetros alrededor de Fukushima Daiichi, dijo el Ministerio de Defensa.
Las personas que viven dentro de un radio de 20 kilómetros de la planta han sido evacuadas y el 21 de abril se les prohibió regresar a sus casas por el temor a los niveles de radiación.
El impopular primer ministro, Naoto Kan, se enfrenta a crecientes llamamientos para que dimita por la mala gestión de la crisis.
El último revés para Kan se produjo cuando un asesor nuclear renunció en protesta por la decisión del Gobierno de fijar el límite anual de radiación de 20 milisieverts por año para las escuelas en Fukushima, un nivel que el asesor dijo era inaceptablemente alto.