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Ucrania recuerda Chernóbil y aplaude a los trabajadores de Japón

Por Pavel Polityuk

KIEV (Reuters) - Si hay una persona fuera de Japón que sabe lo que están pasando los trabajadores que afrontan la crisis en la planta nuclear de Fukushima es Andriy Chudinov, de 64 años.

Chudinov, uno de los primeros hombres que llegó a Chernóbil - donde en 1986 tuvo lugar el peor accidente nuclear del mundo - y quién sorprendentemente sobrevivió, recuerda los traumáticos acontecimientos con calma, tristeza y resignación.

Chudinov aplaude a los trabajadores que están luchando para mantener bajo control los dañados reactores nucleares de Japón tras el gran terremoto del viernes.

"Esta es buena gente. Después de todo, han tenido un panorama incluso peor que nosotros. Tuvieron un tsunami primero y ahora hay varios reactores con problemas. Eso es una pesadilla para cualquier trabajador atómico", dijo a Reuters el miércoles.

Aún está por ver si el drama japonés tendrá las proporciones de Chernóbil, donde toneladas de materiales nucleares fueron esparcidos por toda Europa después de una explosión en el reactor número 4 de la central. El mundo era diferente entonces. El accidente ocurrió durante la Guerra Fría, cuando Ucrania estaba en la hermética Unión Soviética y Moscú retuvo la verdad sobre el desastre durante tres días.

Chudinov formó parte de un gran grupo de trabajadores - muchos de ellos soldados - a quienes las autoridades soviéticas enviaron a luchar contra el desastre de Chernóbil, consecuencia de una prueba en los sistemas de refrigeración de la central. El experimento, en el que se desactivaron los sistemas de seguridad, salió muy mal y en la madrugada del 2 de abril de 1986 se produjeron varias explosiones que destrozaron el edificio de cemento del reactor y mandaron emisiones radiactivas a toda Europa.

Los que fueron a la central arriesgando sus vidas fueron conocidos como "los liquidadores". Chudinov era un operador de alto nivel en el reactor 3, junto al reactor afectado, en la planta situada en Prypyat, en la frontera norte de Ucrania con Bielorrusia.

"Llegamos a la planta la mañana siguiente a la explosión. La unidad (número 4) estaba destruida y en llamas. Pero no había ninguna razón para no ir", dijo en una entrevista telefónica.

"Hicimos básicamente lo mismo que los japoneses están haciendo ahora. Tratamos de detener los reactores. Si el fuego se hubiese extendido, la planta hubiera sido incontrolable", agregó.

"En mi turno nadie se negó a ir. Era una cuestión de deber. Sabíamos que era peligroso pero fuimos educados de un modo diferente y ninguno pensó en no ir", explicó.

Entonces había poca ropa de protección para cubrirse de la radiación. "Llevábamos ropa normal y un respirador facial. A medida que avanzábamos en el reactor se nos dio una preparación de yodo, que normalmente era la primera ayuda de emergencia", dijo.

ENFERMEDAD EN LA SANGRE

La cifra oficial de muertos del accidente a corto plazo fue de 31, pero muchos más murieron de enfermedades relacionadas con la radiación como el cáncer.

La cifra total de muertos y los efectos sobre la salud a largo plazo siguen siendo objeto de intenso debate incluso 25 años después de la catástrofe, después de que un informe de la ONU de 2008 concluyera que sólo unos pocos miles de personas habían muerto como resultado del hecho.

Chudinov, que está jubilado, sufre de un problema a la sangre que él atribuye a efectos de la radiación.

"He perdido muchos amigos, muchos. No los he contado, pero una gran cantidad de ellos ya no están aquí. Yo no sé por qué sobreviví. La radiación reacciona de manera diferente en diferentes personas", dijo.

Los "liquidadores" y sus familias han tenido exenciones fiscales, viviendas más baratas, unas pensiones aumentadas y otros beneficios en estos años. Pero el drama japonés hizo recordar lo ocurrido en 1986, y el miércoles unos 200 manifestantes de Chernóbil se reunieron en Kiev para quejarse por lo que consideran de negligencia del Gobierno en el caso.

Mikola, de 64 años, era un oficial del ejército soviético que ayudó a la limpieza de Chernóbil y fue parte de un grupo de manifestantes en las afueras de la sede del Gobierno.

"Vino un general y dijo: 'Prefiero tener 2.000 envenenados (con radiación) si permite que vivan 200 millones de personas. Nos han enviado a trabajar al reactor'", contó, recordando el día en que le enviaron a la central. La mitad de su unidad murió por las consecuencias.

Otro manifestante, Vladimir Danilenko, de 65 años, trabajó de bombero en la central y se quejó del Gobierno.

"Han cancelado nuestro tratamiento gratuito. Han cancelado nuestras medicinas gratuitas. Nos han dejado de lado y no les importa. Esa es la gran diferencia entre nosotros y Japón", aseguró.

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