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Las protestas no se ajustan al Estado islámico saudí

Por Andrew Hammond

DUBAI (Reuters) - La familia gobernante de Arabia Saudí ha movilizado el poder de su clase religiosa dirigente para evitar que la ola de levantamientos contra los autócratas árabes llegue al reino, origen de más de una quinta parte de las reservas mundiales de petróleo conocidas.

Pero aún está por verse si estas tácticas tradicionales funcionan en una población joven que creció en la era de la revolución de la información, con la posibilidad de usar Internet para organizar y difundir el conocimiento en temas como los derechos universales y la participación política.

Tras las revueltas que derrocaron a gobiernos aliados de Arabia Saudí en Egipto y Túnez, fomentadas por activistas partidarios de la democracia, las autoridades saudíes han tratado por todos los medios posibles de advertir a la gente de que no se atreva a intentar lo mismo.

Por eso, todos los ojos en el país estarán puestos en lo que pase el viernes. Más de 32.000 personas han respaldado un llamamiento a través de Facebook para celebrar dos manifestaciones en marzo: la primera el 11 y la otra el 18.

El tema recurrente a través de los comentarios de los príncipes, los clérigos y los editorialistas de diarios es que las protestas en este aliado clave de Estados Unidos no son de carácter islámico, precisamente el tema de una fatua emitida esta semana por el Alto Consejo de Clérigos.

El ministro de Asuntos Exteriores, el príncipe Saud al Faisal, sobrino del rey, advirtió el miércoles de que las protestas no estaban permitidas y que el cambio sólo puede darse a través del "principio del diálogo".

Los gobernantes han utilizado una retórica que los saudíes conocen bien, basada en la idea de que Araba Saudí es único como un país que replica los primeros Estados islámicos y la utopía islámica donde la palabra de Dios es ley y la lealtad al gobernante no es negociable.

Citaron versos del Corán y su percepción del Estado musulmán establecido en sus principios por el profeta Mahoma para argumentar que la reforma no debe venir a través de protestas callejeras sino de consejos.

Sin embargo, Fuad Ibrahim, que ha escrito estudios sobre la escuela saudí del islam wahabí dijo que la palabra de los principales estudiosos tenía mucho menos peso ahora que en el pasado.

"'Vivimos en un estado islámico. No somos como Egipto y Túnez, ponemos en práctica la ley sharia, no hay razón suficiente para que la gente se rebele contra el Estado islámico'. Estas afirmaciones han sido transmitidas, pero muchos no creen más en esto", dijo Ibrahim, quien vive en Londres.

SAUDIES CUESTIONAN A CLERIGOS

El wahabismo, la interpretación saudí de la escuela Hanbali de la ley islámica suní, se destaca por su insistencia en que el gobernante debe ser obedecido a toda costa. Sus clérigos tampoco ven con buenos ojos los partidos políticos, que están prohibidos en el país.

Pero tras la crisis del golfo Pérsico en 1990-1991, cuando el Gobierno de los clérigos sorprendió a muchos por autorizar tropas de Estados Unidos en territorio saudí, muchos estudiosos wahabíes abandonaron el movimiento.

Muchos de los estudiosos, que fueron encarcelados por su insolencia, tienen más credibilidad en la actualidad que el Gobierno apoyado por los clérigos entre los saudíes.

Uno de ellos, Salman al Odah, que cuenta con un programa semanal en el canal panárabe MBC1, firmó una petición de reforma el mes pasado y ha hecho comentarios a favor de los cambios en una cuenta de Twitter esta semana.

"Los jóvenes deben tener cierta libertad para criticar", dijo el miércoles.

Los clérigos saudíes se han dividido al momento de apoyar los levantamientos en Túnez, Egipto y Libia.

Sus partidarios han dicho en portales islamistas que temen que las protestas caigan en manos de iraníes alentados por chiíes, que ya han comenzado a protestar en las últimas dos semanas en la provincia Oriental, donde se ubican la mayoría de los yacimientos petrolíferos saudíes.

Los clérigos, que tienen amplios poderes en la sociedad mediante un pacto histórico con la familia saudí, también temen que las protestas beneficien a los liberales que quieren controlar las instituciones religiosas.

Arabia Saudí alberga dos de los lugares más sagrados del islam -La Meca y Medina - y las autoridades a menudo argumentan que esto da al reino un estatuto especial en el islam, semejante al del Vaticano para los católicos.

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