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Obama y Calderón tratan de rebajar tensiones en Washington

WASHINGTON (Reuters) - El presidente estadounidense, Barack Obama, y su homólogo mexicano, Felipe Calderón, prometieron una mayor cooperación para luchar contra el contrabando de armas y drogas, además de rebajar las tensiones comerciales y sus diferencias fronterizas.

Los históricos problemas entre Estados Unidos y México han reducido su importancia en la agenda de Obama, quien está preocupado por las revueltas en Oriente Próximo, una lucha presupuestaria en el Congreso, una frágil economía y su próxima candidatura a la reelección presidencial en 2012.

Pero la visita de Calderón a Washington supuso una oportunidad para atraer la atención de Obama hacia las relaciones bilaterales y ambos líderes anunciaron un acuerdo para resolver una vieja polémica sobre transportes en la frontera que afecta el comercio entre ambos países, que sobrepasa los 1.000 millones de dólares diarios.

Más allá de eso, sus conversaciones en la Casa Blanca no lograron más que renovar los compromisos con la alianza de ambos países en la guerra contra las drogas, que hace poco mostró señales de división.

Calderón causó malestar en Washington la semana pasada cuando acusó a Estados Unidos de dañar los esfuerzos para luchar contra los cárteles de droga.

Las declaraciones de Calderón se produjeron justo días después de uno de los peores ataques contra responsables estadounidenses en México, que dejó a un agente del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) muerto y a otro herido.

Calderón no reiteró sus quejas con Obama en la Casa Blanca y en un discurso posterior elogió la cooperación entre las fuerzas de seguridad de ambos países.

Sin embargo, Obama dejó claro que había escuchado el llamamiento de Calderón a tomar más medidas para combatir el consumo de drogas en Estados Unidos, además de los cargamentos de armas ilegales y flujos de dinero a cárteles mexicanos, que según México están alimentando la violencia al sur de la frontera.

Reiterando que Washington ya había incrementado sus esfuerzos en esas áreas, Obama agregó que "tenemos que asumir responsabilidad así como él asume responsabilidad (...) Estamos poniendo cada vez más recursos en esto".

Desde que Calderón lanzó una guerra contra los cárteles a finales de 2006, más de 36.000 personas han muerto. La espiral de violencia preocupa a inversores extranjeros y disuade a muchos turistas de visitar México. Los secuestros relacionados con la droga se han extendido al lado estadounidense de la frontera.

DESCONFIANZA

Aunque ha crecido el número de datos de inteligencia compartidos, la desconfianza entre las fuerzas de seguridad ha obstaculizado los avances. Los recursos de México son limitados y Estados Unidos no tiene muchas opciones, ya que debe moverse con cautela en un país consciente de su soberanía.

La visita de Calderón - la primera desde una oficial de Estado en mayo - se produce tras una entrevista de éste con un periódico mexicano, en la que criticó a las agencias de seguridad e inteligencia de Estados Unidos.

"La CIA y la DEA o el ICE en verdad no se coordinan, incluso rivalizan entre sí", dijo a un diario de su país.

En cables diplomáticos publicados recientemente por la web de filtraciones WikiLeaks, funcionarios estadounidenses aseguraron en enero del año pasado que las autoridades mexicanas no trabajaban unidas para controlar los cárteles.

Pese a eso, Obama utilizó la visita de Calderón para elogiar la cooperación policial mexicana en la investigación del agente del ICE Jaime Zapata.

Aunque la muerte del agente generó llamamientos de legisladores estadounidenses para que los agentes del país en México pudieran llevar armas, Calderón señaló que cualquier decisión al respecto deberá ser tomada por el Congreso mexicano.

A pesar de lo agitado de las aguas diplomáticas, los líderes principalmente disimularon sus diferencias e intentaron mostrar un frente unido.

No hubo nuevas iniciativas en temas como la inmigración ilegal, que durante mucho tiempo ha tensado las relaciones.

Obama reafirmó su compromiso para modernizar lo que dijo es un sistema "averiado" de inmigración estadounidense, opción que ofrecería tanto una mejor seguridad en la frontera, como medidas para aliviar la dura situación de millones de trabajadores mexicanos indocumentados en Estados Unidos.

Pero no presentó un calendario, y hay dudas sobre si podrá lanzar una nueva gran ley de reforma sobre el tema mientras se aproxima su campaña de reelección de 2012.

En un apasionado discurso posterior, Calderón instó a una reforma, diciendo que los problemas de inmigración se han "convertido en el nuevo cuello de botella para el crecimiento y la prosperidad en la región".

El comercio es enorme, dado que México vende el 80 por ciento de sus exportaciones a su vecino y los países - junto a Canadá - son integrantes del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

"Necesitamos más integración, no menos", dijo Calderón en el discurso en el Centro Wilson y el Consejo de las Américas. "América del Norte como un todo debe estar lista para competir contra aquellas regiones del mundo que se están desarrollando rápido como Asia", agregó.

La propuesta transfronteriza sobre camiones, que debe ser aprobada por legisladores estadounidenses y aún está siendo negociada, eliminaría los aranceles mexicanos a bienes estadounidenses con un valor de 2.000 millones de dólares e impulsaría el empleo a ambos lados de la frontera, dijo la Casa Blanca.

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