
El líder libio Muamar Gadafi se aferraba el domingo al poder haciendo caso omiso de la presión popular, de las sanciones de la ONU y de los llamamientos que piden su renuncia pero, a pesar de ello, la oposición ya prepara un gobierno de transición en el este de Libia.
Cuando se cumplen 13 días de una revuelta sin precedentes contra su régimen, el coronel Gadafi no da señales de que vaya a dejar el poder que ejerce desde hace casi 42 años.
Uno de sus hijos, Saif al Islam, considerado durante mucho tiempo su probable sucesor, afirmó el sábado por la noche que la situación era "excelente" en tres cuartas partes del país, aunque admitió una "voluntad interior de cambio" expresada por los manifestantes "manipulados por el extranjero".
Sanciones de la ONU
En Nueva York, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó por unanimidad una serie de sanciones contra el dirigente libio y sus allegados.
Pero nada indica que la congelación de los haberes del clan Gadafi en el extranjero, la prohibición de viajar y un embargo sobre las ventas de armas a Libia basten para acabar con la política de represión del "Guía" de la revolución libia.
Y eso que el presidente estadounidense Barack Obama insistió en ello, al declarar que el coronel Gadafi había perdido la legitimidad al frente del país y debía "marcharse ahora".
La responsable de la diplomacia europea, Catherine Ashton, además de pedir de nuevo el cese "inmediato" de la violencia, advirtió el domingo al régimen que la represión tendrá "consecuencias" para el coronel Gadafi y los suyos.
En la misma sintonía, la cancillería rusa condenó el uso "inaceptable" de la fuerza contra los civiles.
La oposición armada controla el este del país, pero la situación es confusa en las ciudades cercanas y aledañas a Trípoli.
En Zauiya, a 60 km al oeste de la capital, las autoridades que organizaban un viaje para periodistas "invitados" por el régimen se toparon con miles de manifestantes que gritaban "¡abajo el régimen, queremos la libertad!".
Según testigos, los manifestantes anti-Kadhafi parecían controlar la ciudad.