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¿Seguirán otros países los pasos de Egipto y Túnez?

ARGEL/RABAT (Reuters) - Después de los levantamientos populares en Egipto y Túnez, ¿qué pasa con los otros tres países mediterráneos del norte de África?

Los analistas escrutan ahora si Libia, Argelia o Marruecos podrían ser las próximas fichas del dominó en caer.

Los tres tienen mucho en común con Egipto y Túnez: Son parte del mundo árabe, tienen dirigentes aferrados al poder, una gran población de jóvenes desempleados y movimientos de oposición que dicen que ya es hora de una transición a la democracia.

Unas revueltas duraderas en Argelia y Libia, en particular, podrían tener implicaciones de largo alcance para la economía mundial, porque ambos son importantes exportadores de petróleo y de gas. Pero también hay muchas razones para pensar que los disturbios no se extenderán por el norte de África.

A continuación, algunas preguntas y respuestas sobre las perspectivas de contagio de las revueltas:

¿ES ARGELIA EL PRÓXIMO EGIPTO?

Probablemente no. Los acontecimientos en Túnez y El Cairo ciertamente aumentaron la presión sobre el Gobierno argelino. Grupos de la sociedad civil, pequeños sindicatos y partidos políticos minoritarios han unido fuerzas para pedir un cambio de gobernante, la primera ocasión en que ha existido una coalición opositora de esta clase en dos décadas.

En Argelia hubo disturbios por los alimentos a principios de año y ha habido pequeñas protestas políticas.

Un pequeño número de manifestantes que se echaron a las calles el sábado en Argel se vieron enormemente sobrepasados en número por la policía antidisturbios. Hay más protestas planeadas, pero está por ver si serán efectivas.

"La difusión de las protestas podría alterar el delicado equilibrio de la estructura política y económica del país", dijo el centro de análisis privado Eurasia Group. "El riesgo principal en Argelia es la posibilidad de que los disturbios dividan a secciones claves de la élite".

Pero todavía no hay señales de que las protestas se extenderán. Las mayores fuerzas de la oposición en el país - grupos islamistas que han estado prohibidos desde principios de los 90 pero que conservan influencia, y el partido laico FSS - no se han unido a la coalición de protestas.

La élite gobernante de Argelia también ha demostrado, durante casi medio siglo en el poder, una capacidad destacable para adaptase a las circunstancias cambiantes. El presidente Abdelaziz Buteflika lo puso de manifiesto cuando se mostró de acuerdo con las demandas de la oposición de levantar el estado de emergencia, que lleva 19 años en vigor.

El Gobierno puede aprovechar los alrededor de 150.000 millones de dólares que tiene en reservas de divisas y el hecho de que el barril de petróleo esté en unos 100 dólares el barril para intentar calmar las preocupaciones económicas de sus ciudadanos.

Los argelinos temen un regreso del brutal conflicto entre las fuerzas de seguridad y radicales islámicos que se desató a principios de los 90 cuando la apertura política llevó a una victoria electoral parcial de un partido islamista que fue rechazada por el poder. En esos años de terror murieron unas 200.000 personas.

"Argelia ya tuvo su revolución de hecho", dijo Geoff Porter, un analista estadounidense independiente sobre el norte de África. "Pocos quieren arriesgarse a hundirse en otra década de caos".

Aunque se desataran protestas masivas, la mayoría de los analistas creen que el riesgo de alteraciones importantes a la exportación de gas y petróleo es mínimo. Casi toda la actividad energética se produce en el desierto del Sáhara, y la mayor zona petrolera, Hassi Messaoud, está relativamente bien económicamente y cuenta con una gran presencia policial.

Desde que estalló la violencia en los 90 no se ha producido ningún caso confirmado de ataques contra las infraestructuras energéticas.

¿ESTÁ LIBIA MADURA PARA UNA REVUELTA?

Libia encaja en el modelo de país vulnerable a un levantamiento. Muamar el Gadafi está al frente del país desde 1969, lo que le convierte en el dirigente más longevo del continente, las desigualdades sociales son notables, los partidos políticos están prohibidos y hay poco espacio para la disensión.

Unos disturbios menores el mes pasado, cuando la gente que esperaba que el Gobierno les entregara unas viviendas nuevas ocupó unas casas vacías, lo que mostró el potencial de revueltas mayores. Además, esta semana se han producido disturbios protagonizados por centenares de personas en Bengasi.

Pero la situación debajo de la superficie es más compleja. Libia se parece mucho a los países ricos del golfo Pérsico, donde un dirigente autocrático encabeza un sistema de clientelismo, compartiendo la riqueza de los recursos naturales con sus súbditos.

Muchos libios están en paro, pero tras el levantamiento de las sanciones internacionales en 2004, el elevado precio del petróleo y los subsidios estatales suponen que la mayoría de las familias disfrutan del mayor nivel de ingresos desde hace décadas.

La sociedad y la vida pública en el país se construye alrededor de la familia y de los vínculos tribales, así que para que se produzca algún cambio, tendría que ocurrir en los despachos y no en las calles.

Puede que Gadafi no sea tremendamente popular - y sobre todo menos aún en Bengasi, donde hay una gran frustración con su mandato -, pero a muchos libios les gusta su retórica sobre el "imperialismo" occidental y el estatus que da al país a nivel internacional

A pesar de ello, los servicios libios de seguridad mantienen un control férreo y la oposición, débil, vive sobre todo en el extranjero.

MARRUECOS: ¿EL VÍNCULO MÁS FUERTE?

No necesariamente. Los jóvenes, que constituyen la mayoría de la población en este país de 32 millones de habitantes, tienen las mismas preocupaciones que los egipcios o los tunecinos. Creen que los intentos de mejorar la economía en los últimos 11 años no han dado los resultados deseados ni les han dado oportunidades, por lo que muchos, sobre todo en el campo, sueñan con emigrar a Europa.

Las agencias de calificación Standard & Poor's y Fitch han dicho que es el país con menor probabilidad de un levantamiento popular.

Pero el Gobierno no ha podido crear ni siquiera la mitad de los 250.000 empleos que en 2007 prometió generar cada año hasta 2012, según los datos oficiales. Las cifras oficiales de paro están en alrededor del nueve por ciento y afecta a unos 173.200 licenciados universitarios - el 16,7 por ciento del total. Muchos analistas independientes y parlamentarios aseguran que las cifras reales son más altas.

El rey Mohamed VI, uno de los dirigentes más jóvenes del mundo árabe, ha mostrado un nivel de iniciativa mucho mayor que el de su padre, el fallecido Hassan II, a la hora de afrontar los pesares económicos y sociales de su "súbditos", como los llama. Según los datos oficiales, el PIB per cápita ha subido un 41 por ciento desde que llegó al trono en 1999 y hasta 2009.

Esta semana, el Gobierno casi duplicó los fondos destinados a subsidios estatales, para proteger a los ciudadanos de la subida en los precios mundiales de los alimentos y el petróleo.

La economía sigue siendo vulnerable al clima, en un país en el que la agricultura es la principal fuente de trabajo.

Marruecos se ve afectado por huelgas tanto en el sector público como en el privado, y ocasionalmente se producen disturbios en zonas remotas en las que sus habitantes se sienten discriminados en la asignación de recursos.

Por ley, el país es una monarquía constitucional con un parlamento elegido. Pero la Constitución da al monarca amplias prerrogativas, desde disolver el parlamento a imponer el estado de emergencia, además de intervenir en la designación de puestos claves en el gobierno, como el del primer ministro.

El activo debate sobre la necesidad de reformar la Constitución que se produjo a finales de los 90 ha desparecido. Las prioridades de los partidos son ahora tener el mayor número de carteras en el gobierno o defender sus parcelas de poder de un nuevo partido creado por un antiguo compañero de clase del rey, que también fue viceministro del Interior.

Estas disputas han provocado el descontento de los marroquíes. En las últimas elecciones parlamentarias, la participación se situó en el 37 por ciento, la cifra más baja en la historia moderna del país

"En los últimos diez años, el sistema ha matado a los partidos políticos. Marruecos es menos autoritario que Túnez, pero no tenemos la educación de los tunecinos, ni una élite empresarial activa como en Egipto", dijo Driss Benali, un conocido conferenciante de economía.

"La monarquía tiene la legitimidad necesaria y el rey es popular, pero su entorno con frecuencia mancha su imagen. Esta es una gran oportunidad para que la monarquía adopte reformas constitucionales serias que den poder al gobierno para que el rey reine, pero no gobierne", añadió.

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