EL CAIRO (Reuters) - La huida del ex presidente Hosni Mubarak al centro turístico de Sharm el Sheij resume el abismo existente entre la mayoría de los 80 millones de egipcios que gobernó durante tres décadas y él.
Para el 40 por ciento de egipcios que vive con menos de 2 dólares al día, los hoteles de cinco estrellas, las clases de golf y los arrecifes de coral del centro turístico del mar Rojo están a un mundo de distancia de su lucha diaria por sobrevivir, y dependen del pan subvencionado para alimentar a sus familias.
Hacia el final de su estancia en el poder, con la salud deteriorada, Mubarak, de 82 años, pasó cada vez más tiempo en la ciudad de la península del Sinaí, un destino popular para turistas extranjeros y los egipcios acomodados.
Mubarak y su familia salieron de El Cairo hacia Sharm el Sheij horas antes de que se anunciara su renuncia el viernes.
Como presidente, Mubarak mantuvo una residencia oficial en Sharm el Sheij y la declaró "la ciudad de la paz" debido a las numerosas cumbres de paz para Oriente Próximo que organizó allí, en un esfuerzo por mantener la posición de Egipto como líder regional.
Sharm el Sheij y el resto del Sinaí fueron devueltos a Egipto por Israel bajo un tratado de paz en 1979, cerrado por el antecesor de Mubarak, Anwar Sadat.
En sus primeros años en el poder, Mubarak supervisó la implementación final de los acuerdos de Camp David que hicieron a Sinaí parte de Egipto otra vez. Pero esa parte de su legado es opacada por la pobreza y la opresión política que provocó el levantamiento que lo sacó del poder.
Aunque Mubarak fue a Sharm el Sheij el viernes, se especula que habría dejado Egipto. Algunos dicen que irá a Alemania, donde ha recibido tratamiento médico en el pasado.
La atención médica de primera clase que disfrutó allí demostró otra vez la distancia entre Mubarak y la mayoría de la gente que gobernaba. La mayoría de los egipcios tiene que usar un sector de salud pública en mal estado que preferirían evitar.
Si Mubarak se queda en Sharm el-Sheij, en los días despejados disfrutará del paisaje de la costa desértica de Arabia Saudí, al otro lado del golfo de Aqaba.
A ese país huyó el mes pasado su amigo, el ex presidente tunecino Zine al Abidine Ben Ali, cuando fue expulsado de su país por protestas masivas que encendieron la revuelta egipcia.
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