EL CAIRO (Reuters) - Los manifestantes egipcios intensificaron el lunes su campaña para forzar la salida del presidente Hosni Mubarak, mientras los líderes mundiales trataban de lograr una solución a una situación que ha rasgado el mapa político de Oriente Próximo.
Una multitud abarrotó por la mañana la plaza Tahrir, que se ha convertido en el centro de la insurrección contra la pobreza, la corrupción y el desempleo, para sumarse a los manifestantes que acamparon durante la noche, desafiando el toque de queda impuesto por Mubarak.
Los soldados comprobaron la documentación, pero la multitud iba en aumento, coreando "Abajo, abajo Mubarak".
El levantamiento contra los 30 años de gobierno de Mubarak, que ahora entra en su sexto día, puso nerviosos a los mercados. Las acciones cayeron en toda Asia el lunes por la mañana, el crudo Brent marcó un máximo de 28 meses y los mercados financieros permanecieron cerrados por segundo día consecutivo en Egipto.
El ambiente entre los soldados y los manifestantes en la plaza se mantenía relajado, mientras la gente compartía comida y permanecía junto a tanques pintados con grafitis antiMubarak.
El Ejército parece tener la llave del destino de Mubarak, pero aunque los generales no han llegado a aplastar la revuelta, tampoco han retirado su apoyo al presidente.
"El Ejército tiene que elegir entre Egipto y Mubarak", decía un cartel en la plaza Tahrir.
Las protestas en la nación árabe más poblada surgieron la semana pasada cuando estalló la frustración por la represión y la falta de democracia bajo el gobierno de Mubarak.
Más de 100 personas murieron en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad en unos episodios que han transformado la imagen que Egipto tenía hasta ahora de un país estable, un prometedor mercado emergente y un atractivo destino turístico.
Mubarak, un estrecho aliado de Estados Unidos y un incondicional de la política occidental hacia Oriente Próximo, respondió ofreciendo reformas económicas para contener la indignación de la población por la subida de precios.
También cambió su gobierno y nombró nuevos vicepresidente y primer ministro. No obstante, ambos son militares y la decisión no ha calmado un movimiento de protesta que quiere que Mubarak y sus socios de la vieja guardia se marchen.
El lunes el nuevo Gobierno tomó posesión y sustituyó a los ministros de Finanzas e Interior, según fuentes.
El ministro de Finanzas, Yusef Butros-Gali, ha sido sustituido por Gawdat el-Malt, que encabezó la oficina de auditorías y ganó popularidad por abordar la corrupción, dijo una fuente.
Esa fuente y otra dijo que el general Mahmud Wagdy, que se encargaba del departamento de investigaciones criminales de El Cairo y también fue jefe de prisiones, sería el nuevo titular de Interior.
OCCIDENTE, A LA ESPERA
Estados Unidos, que ha enviado miles de millones de dólares en ayuda a Egipto desde que Mubarak llegó al poder, no llegó a decir abiertamente que quiere que Mubarak se marche. En su lugar, el presidente, Barack Obama, y la secretaria de Estado, Hillary Clinton, instaron a abordar reformas y hablaron de una "transición ordenada".
Un alto cargo estadounidense, quien declinó ser identificado, dijo que el sentimiento entre los asesores de seguridad de Obama es que el tiempo de Mubarak ha pasado, pero que depende de los egipcios determinar qué vendrá a continuación.
Washington ha considerado desde hace tiempo a Mubarak como un baluarte en Oriente Próximo, primero contra el comunismo y después contra el islamismo.
Al ser el primer país árabe que firmó un tratado de paz con Israel, desempeña un papel crucial y un cambio de gobierno que podría tener importantes consecuencias en el proceso de pacificación.
El dilema occidental lo resumió el ministro de Exteriores austríaco, Michael Spindelegger, que dijo en Viena:
"No hay nada mejor que podamos hacer de momento. Al final esto es una revolución (...) y de ejemplos pasados tenemos que esperar hasta ver cómo termina".
La crisis en Egipto se produce tras una revuelta que derrocó al presidente tunecino hace tres semanas y la ola de ira popular también está extendiéndose por otros países del Norte de África y Oriente Próximo.
Una coalición opositora que incluye al movimiento islamista Hermanos Musulmanes ha pedido a Mohamed ElBaradei, ex director de la agencia nuclear de las Naciones Unidas, que forme un gobierno de unidad nacional y se ponga en contacto con el Ejército.
ElBaradei, un premio Nobel de la Paz y diplomático retirado, ha instado a Obama a decir que ha llegado la hora de Mubarak.
"Para el presidente Obama es mejor no parecer que es el último en decir al presidente Mubarak: "Es hora de que se marche", dijo a la CNN.
ElBaradei decepcionó a la oposición al pasar mucho tiempo en el extranjero tras iniciar una campaña para pedir una reforma política en Egipto el año pasado, pero presta el peso de su reputación internacional a un movimiento que carece de líder.