El presidente Nicolas Sarkozy y su partido de centro-derecha se perfilan como los grandes perdedores en la primera vuelta de las elecciones regionales francesas. Al cierre de los colegios, la fuerte abstención, superior al 50%, marcaba la jornada.
Acompañado de su esposa, Carla Bruni, el jefe del Estado galo no ha querido hablar a la prensa tras depositar su voto en uno de los distritos más exclusivos de París.
Aunque no es candidato y en varias ocasiones dijo que él no hacía campaña, lo cierto es que en la víspera de esta consulta y, anticipándose a la derrota que atribuyen los sondeos a su partido, Sarkozy concedía una entrevista al semanal del diario Le Figaro, en la que decía que "unas elecciones regionales tendrán solo consecuencias regionales".
Adelantaba además que, sea cual sea el resultado, no va a hacer cambios en su Gobierno ni en las grandes orientaciones de su política. Todas las quinielas apuntan a que su formación, la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP), será la gran derrotada en estos comicios, pero sondeos y analistas coinciden en que, si se confirma la elevada abstención, perderá toda la clase política por no haber conseguido movilizar a los franceses que nunca se interesaron mucho por consultas regionales.
A mitad de la jornada electoral, a las doce hora local (11.00 GMT), solo había votado un 16,07 por ciento de los 44,2 millones de ciudadanos llamados a las urnas en las últimas elecciones antes de la gran cita presidencial de 2012. Es un resultado inferior al de 2004, cuando la participación a esa hora en la primera vuelta fue del 18,48%, según los primeros datos oficiales difundidos por Interior.