
Este año 2009 ha sido el año del miedo. Del miedo a la crisis. Los problemas económicos serán también protagonistas de la edición de Halloween que se celebra entre esta noche y la madrugada del domingo. Disfraces baratos y negocios suculentos inmunes a los temores del mercado se combinan en la noche de los muertos vivientes, una tradición de origen anglosajón que cala cada vez más en España.
Esta festividad y la de Todos los Santos tienen su mismo punto de partida: el 'All Hallow's Eve', una tradición celta con la que ahuyentar los malos espíritus a cambio de comida (pan de pasas en la religión cristiana).
A buen seguro que, de poder elegir en la actualidad, más de algún ciudadano moderno preferiría espantar las flaquezas económicas antes que los fantasmas.
Combinación que le funciona de maravilla a la Asociación de Casas Encantadas de EEUU (HHA en sus siglas en inglés), que espera para este año unos beneficios de 300 millones de dólares gracias a los casi 20 millones de aficionados estadounidenses al terror y el pánico.
Cada uno de estos freaks del miedo paga una media de 15 dólares por entrar a atracciones cada vez más realistas en lo que a asustar se refiere.
"Estamos ante un sector que no sólo genera beneficios para los que lo sustentamos, sino que además crea muchos puestos de trabajo. Sí, realmente somos muy afortunados", comenta Kathe Walker, dueña de cuatro casas del terror en el Estado de Denver que combinan desde hogares abandonados, hasta centros comerciales subterráneos plagados de fenómenos paranormales.
En este Halloween unos 175 empleados entre maquilladores, actores y técnicos de decorados. Las previsiones apuntan a que hasta 50.000 personas pasarán por sus instalaciones.
El origen de semajante éxito está en los más pequeños. "Un porcentaje importante de nuestros clientes son niños o adolescentes, público que, en definitiva, sigue viviendo todavía con sus padres y que tiene más margen para la diversión", comenta.
Como toda buena empresa, la compañía de los Walker no sólo recoge beneficios, sino que también invierte para mejorar la actividad.
"Cada año dedicamos grandes cantidades a hacer mejor nuestro trabajo. Si tenemos tanto éxito es por que los clientes pasan realmente mucho miedo. Algunos valientes vienen y comentan que no les asustaremos. Al cabo de una hora y media salen con caras desencajadas de nuestros locales", comenta sin parar de reírse Kathe.
Y entre tanto pavor, solidaridad. El precio de la entrada en esta empresa familiar es de 14 dólares...y una lata de comida que termina en el banco de alimentos locales. La HHA estima que cerca de un tercio de las 3.000 casas de caridad que hay en EEUU recibe gran parte de sus alimentos durante esta noche.
Contra la crisis en España
Los zombies, que esta noche celebran su Gran Día con motivo de la fiesta de Halloween, serán los grandes y únicos beneficiados de la crisis económica en España. Las ventas de disfraces han caído en picado y las únicas compras que registran los comercios son pequeños complementos y algo de maquillaje.
Un traje manchado, cuatro gotas de "ketchup", un poco de pintura en el rostro y... a la calle. Es barato, fácil y rápido.
La crisis ha llegado a esta fiesta y los establecimientos especializados lo han notado, pues los pocos compradores que entran "ya no adquieren disfraces completos ni máscaras sofisticadas". según han explicado a EFE propietarios de diversas tiendas.
Algunos repetirán disfraz, otros readaptarán los que ya tienen y muchos es posible que hasta ni se disfracen. "En años anteriores había gente en cola para comprar todos tipo de disfraces y accesorios, pero este año entran con cuentagotas", ha manifestado Pedro Navarro, gerente de la tienda Magesbi.
"Vienen menos y se gastan menos", ha añadido.
Los pequeños complementos es lo que más se está vendiendo, además del maquillaje. "Disfraces, pocos y baratos, de unos 12 euros de media", ha apuntado Katy Vigier, del establecimiento "Ñothy", cuyas ventas han caído por debajo de la mitad del pasado año.
"Vamos a ver a mucho zombi por ahí", han expuesto.