EEUU y el Krémlin han acordado en una reunión histórica reducir su arsenal atómico en el plazo de siete años y cooperar contra la proliferación nuclear. El propósito está claro: impedir a toda costa que Irán o Pyongyang se animen a adherirse al excelso grupo de países con armas de destrucción masiva tras la última inclusión de la India, Pakistán e Israel, y según Obama, actuar con el ejemplo reduciendo "nuestro propio arsenal nuclear". Pero, ¿repercute realmente en algo la reducción de hasta 1.675 ojivas nucleares que nos venden desde Moscú? La etiqueta no pone lo mismo pero lo que viene dentro sabe igual.
El nuevo Tratado sobre Limitación de Armas Estratégicas (START) viene a sustituir al que está vigente desde 1991 y marca un límite de cabezas nucleares de entre 1.500 y 1.675 para cada país, y otro de entre 500 y 1.100 para los vehículos capacitados para transportarlas. El acuerdo no ha sido fácil porque, a pesar de las declaraciones de ambos países en las que aseguraron haber superado los recelos suscitados tras la 'Guerra Fría', lo cierto es que rusos y estadounidenses no se ponían de acuerdo en los propósitos de cada parte: el gobierno de Obama quería centrarse en el recorte de cabezas nucleares y el de Medvédev en el de los vehículos al considerar que EEUU tiene más capacidad de almacenar cabezas que podría montar posteriormente "si la ocasión lo exigiese".
Aún así Obama se declaró públicamente "satisfecho" con el acuerdo -aunque consiguió algo menos en cuanto al número de cabezas-, y aseguró que el esfuerzo merecía la pena porque EEUU y Rusia tenían que liderar con el ejemplo. "Es difícil frenar las ambiciones de otros de tener armas nucleares si nosotros no actuamos sobre nuestros propios arsenales", aseguró el demócrata para sentenciar acto seguido, "nuestro fin último debería ser el de un mundo sin armas nucleares".
Pero es que el START no es la panacea al problema. Este tratado tan sólo restringe el uso de este tipo de armas entre dos países y no soluciona el conflicto nuclear. O sí no, ¿qué repercusión real tiene en la comunidad internacional la reducción anunciada a bombo y platillo de 2.200 cabezas nucleares a 1.675 por parte de EEUU y Rusia?
El NPT: ¿La panacea contra el problema atómico?
Resulta paradójico que el único país que ha empleado la bomba atómica en la historia, y hasta en dos ocasiones, sea el que con más ahínco se oponga a la proliferación nuclear de Corea del Norte e Irán. EEUU disfrutó entre 1945 y 1949 del dudoso privilegio de ser la única potencia atómica del mundo, pero lo cierto es que poco tardaron otros países como la Unión Soviética (1949), Reino Unido (1952), Francia (1960) y China (1964) en desarrollar la misma arma y terminar con el sueño de omnipotencia americano, hasta la creación del NPT (Tratado de No Proliferación en sus siglas en inglés).
En Derecho Internacional nunca existió ningún tipo de norma o cláusula anexa al universalmente reconocido principio de igualdad soberana que consintiera establecer privilegios nucleares entre países hasta 1968, momento en que se antojó necesario tender algún tipo de acuerdo que hiciera posible que únicamente estos países y no otros, ostentaran la cualidad de nucleares de manera exclusiva y excluyente, convirtiéndose de esta manera y por derecho propio, en guardianes de la humanidad.
El NPT lo que históricamente ha perseguido es impedir que se ampliara el número de países con armamento nuclear estableciendo así una especie de 'numerus clausus', pero no ha funcionado. Desde que se creó países como la India, Pakistán e Israel se han ido incorporando a este grupo convirtiendo el tratado en un insulso instrumento al que recurrir para denunciar el desarrollo nuclear del vecino.
Y el sueño que persigue Obama de un mundo sin armas nucleares tampoco tiene pinta de hacerlo porque, lo cierto es que el único diferencial hoy en día en geopolítica es tener o no tener armas de destrucción masiva. Y si no formas parte del flamante 'grupo nuclear' no eres nadie. Ya el columnista de 'El País' Ignacio Sotelo consiguió resumir perfectamente este engañoso y exacerbado afán de los estados en busca del santo Grial nuclear: "Si existiera un ser humano tan fuerte que pudiera matar a todos, pero nadie, solo o coaligado, pudiera matarlo a él...".