El presidente ruso, Dimitri Medvedev, promoverá en la cumbre del G20 la idea de una refundación del orden mundial que refuerce el papel de Rusia y tenga controladas a las grandes potencias, empezando por Estados Unidos.
En vísperas de la cumbre que se celebrará el 2 de abril en Londres, Moscú publicó una serie de propuestas, incluida la reforma del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial (BM), así como la creación de una divisa supranacional.
El presidente Medvedev también llamó a que la comunidad internacional tenga voz en las decisiones de los países más ricos que tengan impacto mundial, como la crisis de los créditos inmobiliarios en Estados Unidos.
Las propuestas del Kremlin reflejan las crecientes ambiciones de Moscú pero puede que no despierten más que un interés de formas en el G20, donde Rusia está considerada por los occidentales como un socio económico bisoño.
"Nuevos centros de poder económico se están creando pero es evidente que Rusia no está en el meollo de esos procesos", estima Vladimir Ossakovski, analista del banco UniCredit de Moscú.
Las ideas de Rusia "son interesantes para la discusión pero resultan difícilmente realizables, incluso a mediano plazo", prosigue.
"Faltan fundamentos para tener una moneda supranacional", sostiene Ruslan Grinberg, jefe del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias Rusas. "Es como construir el comunismo".
Aunque Rusia forme parte del G8, está excluida de las reuniones de ministros de Finanzas del G7. Y el país más grande del mundo sigue fuera de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Aunque es una de los principales productores mundiales de hidrocarburos, la economía rusa sigue siendo ínfima comparada con la de Estados Unidos y la Unión Europea.
La economía rusa se contraerá un 4,5% en 2009 debido a la crisis financiera, indicó el lunes el Banco Mundial, que llamó al país a reducir su dependencia de las exportaciones petroleras.
"Con una perspectiva financiera mundial mucho peor y precios del petróleo en torno a los 45 dólares el barril, la economía rusa probablemente se contraiga un 4,5% en 2009, con más riesgos a la baja", dijo el BM en su último informe económico sobre Rusia.
Los occidentales, que tampoco se apuran a la hora de dar la palabra a las economías en desarrollo, "van a poner empeño más bien en defender sus posiciones", subraya Nikolai Podguzov, analista del banco de inversiones Renaissance Capital.
Según The Financial Times, que citaba en marzo un documento confidencial, el Foreign Office ha relegado a Rusia a la segunda división dentro del G20.
Esto no impide a Moscú promover activamente su visión del mundo, y afirmar con fuerza posiciones similares a las de "China y otros países" en varios temas.
"Toman sus deseos por realidades", ironiza Vladimir Ossakovski, que subraya la interdependencia entre las economías china y norteamericana.
El primer ministro Vladimir Putin, dispuesto siempre a jactarse de los méritos de Rusia, recalca que Moscú está gastando más que nadie en medidas contra la crisis.
Cuando Japón ha consagrado un 2% del PIB a este fin, Rusia se ha gastado un 4,5% y cerca del 12% del PIB tomando en cuenta las intervenciones del Banco Central, señala.
Aunque Rusia no tenga la última palabra, el hecho mismo de encontrarse en la mesa de negociaciones entre las grandes potencias de este mundo es una buena manera de empezar, estiman los analistas.
Según otros, podría ganar más atención para sus propuestas si dejara de lado su retórica agresiva. "Es cuestión de tiempo y políticas consecuentes", estima Podguzov.
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