Fútbol

El presidente que despilfarró 300 millones

Calderón durante la presentación de Cannavaro. Foto: Reuters

Dos años y medio después de que tomara posesión de su cargo como presidente del Real Madrid, la era Ramón Calderón ha terminado. Ha sido un mandato breve, pero también uno de los más intensos y polémicos de la historia del club blanco, con 22 jugadores fichados en menos de 30 meses (una media de un fichaje cada 40,9 días) y tres entrenadores, cada uno de ellos con un perfil técnico diametralmente opuesto a su predecesor.

Además del proceso judicial que el propio Calderón abrió, siendo a la vez acusador y acusado, por el sistema de voto por correo en las elecciones de 2006, y el reciente escándalo de la Asamblea de Compromisarios.

Y todo ello a pesar de que, en el plano deportivo, el Real Madrid logró una hazaña que no repetía desde los tiempos de la Quinta del Buitre: ganar dos títulos de Liga de forma consecutiva. Calderón, ex directivo de la etapa de Florentino Pérez, llegó a la presidencia en verano de 2006 con dos nombres propios en su agenda: el de Pedja Mijatovic, todo un símbolo del madridismo y héroe de la Séptima con su gol a la Juventus en la final de la Copa de Europa de 1998, y el de Fabio Capello, un técnico que gozaba de crédito en un amplio sector de la parroquia madridista.

Fin a la sequía

En su primera temporada al mando de la nave blanca, Calderón puso fin a la sequía de títulos que se había instaurado en la entidad madrileña desde 2003, la más larga desde 1929. Pero ganar la Liga no sirvió para calmar los ánimos del furibundo madridismo. La solución de la directiva fue cambiar de modelo: adiós a Capello, con un despido de 7 millones de euros, y hola a Bernd Schuster, que decía saber lo que le gustaba a una grada sedienta de espectáculo.

El técnico alemán batió récords al frente del banquillo del Bernabéu, dándole al Real Madrid su segunda Liga consecutiva. Tampoco le valió de mucho a Calderón, que comenzó la presente campaña entre sospechas y con la etiqueta del fracasado intento de fichar a Cristiano Ronaldo pesándole como una losa. Los rumores sobre su llegada se convirtieron en un aburrido culebrón.

La no contratación del portugués se unió a las promesas incumplidas de fichar a Kaká y Cesc Fábregas, dos de los reclamos con los que Calderón acudió a las urnas en verano de 2006, que siguen en Milán y Arsenal, respectivamente, tras anunciar, por ejemplo, "contactos muy avanzados con Kaká". También prometió la llegada de Arjen Robben y el holandés sí terminó vistiendo de blanco, aunque por el camino hubo que desembolsar la friolera de 36 millones de euros.

Récord de Florentino

Es precisamente el alto coste invertido por Calderón en fichajes uno de los legados que deja quien ha ocupado el sillón presidencial durante 30 meses de convulsión continua. No llegó a superar el récord de su predecesor, Florentino Pérez, que se gastó 73,5 millones de euros en 2001 para traer a Zidane. Pero mientras éste invirtió un total de 421,95 millones de euros en jugadores entre julio de 2000 y febrero de 2006, Calderón se ha gastado 295,7 kilos en la mitad de tiempo. En resumidas cuentas, pasará a la historia como el presidente más despilfarrador del Real Madrid.

En el capítulo de ventas, ha recaudado 106 millones en la salida de futbolistas, lo que arroja un saldo negativo de casi 190 millones de euros, cifra a la que hay que añadir los salarios, comisiones y finiquitos. Entre estos últimos ha llamado poderosamente la atención en los últimos días el despido de Luis Bárcena, ex socio de Calderón, directivo del Madrid hasta el pasado mes de septiembre, cuando se convirtió en ejecutivo del club con el cargo de director general de socios, peñas, aforo y área VIP, pasando a cobrar un salario estipulado en 600.000 euros anuales.

Bárcena, junto con Nanín, fueron las cabezas que cortó Calderón después de que el diario Marca publicara las fotografías que demuestran el fraude que se vivió en la Asamblea de Compromisarios del mes de diciembre. Algunas fuentes apuntan a que Bárcena percibirá un finiquito de un millón de euros. Es una cifra más que añadir a la larga lista de asientos en el debe de la era Calderón, que se cierra, además, con un incomprensible despiste: el olvido que impidió inscribir juntos en la Champions a Diarra II y Huntelaar.

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