Habrá otra primera vez en la ajetreada vida de Diego Maradona, este miércoles en Glasgow, ante Escocia, cuando debute como seleccionador de la albiceleste, la camiseta que le quedó mejor que a nadie.
En la primera de sus primeras veces, hace 32 años, hubo pocos testigos, cuando debutó como futbolista en la Primera División con el Argentinos Juniors aquella tarde del 20 de octubre de 1976 en el barrio porteño de La Paternal, aunque el tiempo transcurrido multiplicó por millones los que afirmaron haber estado ahí.
En tierras escocesas, un poco más de medio mundo estará pendiente de su suerte, de sus gestos, de las decisiones que adopte, de sus aciertos o errores, de cómo afrontará el comienzo de la etapa que más deseó alcanzar desde que colgó las botas hace once años.
Se retira como jugador
En 1997, tras su último partido como futbolista del Boca Juniors, Maradona apretó el acelerador del Fórmula Uno en el que estaba subido, según sus propias palabras, con los ojos cerrados. Y que esté vivo es un milagro.
Diego, que hizo casi todo bien con el balón, o mejor que casi todos, padeció las consecuencias de la fama, más tarde la idolatría de los hinchas, las luces que encandilaban, los contratos, las amistades de ocasión y su temprano desembarco en el mundo de las drogas.
Desde el año 2000 coqueteó con la muerte cuando su corazón se rebeló ante tanto descuido. Varias veces fue ingresado en clínicas y también en institutos psiquiátricos. Sus fanáticos se reunían para rezar por su vida a metros de distancia de su lecho de enfermo.
Una nueva vida
Desde el año pasado, que había comenzado mal para él, su nombre desapareció de las páginas de sucesos de la prensa y dio comienzo la etapa de la mejor versión de Maradona fuera de un campo de fútbol.
Hubo numerosas primeras veces en la vida de Maradona. Con la selección, los mundiales, Argentinos Juniors, Boca Juniors, Barcelona, Nápoles, Sevilla, Newell's Old Boys y una suerte de fútbol sala que inventó para seguir dándole a la pelota.
Ahora es seleccionador. El fútbol lo ha rescatado para que siga viviendo en lo suyo, hasta donde se pueda. "Aquí estoy, resucitando", diría "Pelusa", como la cigarra.