
Francisco Alarcón, Isco, ha comenzado esta temporada como lo hizo en cursos anteriores, en medio de un intenso debate sobre si debe ser titular o no en el Real Madrid. Al igual que le sucedió el año pasado, las lesiones de sus compañeros le concedieron una gran oportunidad para demostrar que sí, que podía ganarse el puesto. Sin James y Bale, el de Arroyo de la Miel ha sido un fijo para Benítez. Pero esta campaña algo ha cambiado. Si en 2014 aprovechó estas ausencias para disparar su rendimiento, en 2015 su fútbol ha sido mucho más irregular. Tanto, que el próximo domingo, salvo sorpresa, se caerá del equipo para dejar su hueco a los antes mencionados James y Bale. Isco ha perdido su oportunidad.
Oportunidad con un último episodio en Malmoe, Suecia, donde ayer el Real Madrid ganó al equipo local con una de cal y varias de arena por parte del '22' merengue. En el lado positivo Isco sumó la asistencia con la que Cristiano Ronaldo hizo el primero de los dos goles con los que igualó a Raúl como máximo goleador de la historia blanca.
El pase fue marca de la casa. Isco recibió la bola de espaldas en un pase en profundidad de Kovacic. Oyó de fondo el grito de un Cristiano Ronaldo que se desmarcaba a su espalda. Nuestro protagonista sólo necesitó levantar la cabeza un instante para, casi sin darse la vuelta, y con su pierna menos buena, la izquierda, meter un balón al hueco perfecto para CR7.
El balón se coló entre las piernas del único defensa que cerraba el ataque merengue y llegó a las botas del portugués, quien, con paciencia y tino, coló la bola entre las mallas.
Fue el momento cumbre de un Isco que no logró brillar mucho más en el resto de los 90 minutos. Escorado en el costado derecho (él prefiere jugar en el zurdo, pero ese es coto vedado de Cristiano) le costó tener dinamismo y continuidad en el juego blanco.
Se transformó en un 'quiero y no puedo' cargado de pequeños detalles calidad que, sin embargo, acababan en acciones incompletas. Controles imposibles, regates en un palmo, pases al hueco.... el inicio de cada jugada parecía sonreírle para abandonarle instantes después de mil maneras diferentes: toques inconexos, bolas que se escabullían de sus pies o piernas que tapaban la trayectoria de sus asistencias.
Poco a poco, la luz del andaluz se fue apagando. En la segunda parte protagonizó un puñado de pérdidas de balón e incluso vio una tarjeta amarilla en el tramo final de partido por una entrada a destiempo en la banda izquierda de la defensa merengue.
Benítez entonces decidió sustituirlo en el 82. Un relevo que a priori supondrá su cambio de estatus para el derbi del próximo domingo, cuando dejará el césped para ocupar el banquillo.