
Marco Asensio todavía no se ha enfundado la camiseta del Real Madrid y ya se ha ganado el derecho a ser el fichaje más ilusionante de la era Benítez. Lo ha conseguido a miles de kilómetros de la pretemporada merengue. Desde Grecia. En Katirini. Allí el ex jugador del Mallorca se enfundó el traje de estrella de la selección sub 19 para regalar a los de De la Fuente el campeonato europeo de la categoría.
Y eso que hasta las semifinales se había visto una versión buena, pero no galáctica de esta joven promesa nacional.
Sin embargo, llegado el minuto 87 de aquel duelo ante Francia, Asensio destapó el frasco de las esencias y encandiló a media Europa. Primero, con el golazo que abría la cuenta frente a los galos. Una cabalgada de 40 metros que definió a la perfección con su pierna buena.
Luego marcó el 2-0, también un gran gol, éste de definición sutil con el exterior de su pierna menos buena, la derecha.
En la final se prolongó su recital. El primero de los dos tantos de España fue casi obra suya. Recibió el esférico dentro del área, se giró en un palmo de terreno y con la zurda puso la bola en la escuadra. El arquero ruso tocó levemente la pelota , que desvió su trayectoria para salir rechazada por el larguero. Suerte que acabó en la testa de su nuevo compañero de equipo, un Borja Mayoral que agradeció el regalo de Asensio remachando el 1-0.
El 2-0 también nació de las botas de este habilidoso centrocampista con un pase interior al espacio que dejó sólo a Nahuel para que fusilara al portero rival. Fue un pase de esos de tiralíneas que nadie se espera. Cuando jugada se dirigía toda en la misma dirección, Marco dibujó un pase que, como si de un espigón se tratase, rompió la inercia rival y favoreció el desmarque del ariete español.
A 15.143 kilómetros de distancia, en Melbourne, Rafa Benítez se frotaba las manos. El chaval es lo que necesita. O al menos lo que da la sensación que necesita un equipo que el sábado pasado dio sensación de ser demasiado plano.
No gustó mucho a la directiva blanca la imagen que se dio, con Cristiano arrinconado en la izquierda y sin apenas chispas de las estrellas merengues. Marco, sin embargo, sí que la tiene.
Tiene esa fantasía que, unida a sus ganas de triunfar (su deseo es quedarse en la primera plantilla) puede animar la pretemporada merengue y, de paso, animar a un Odegaard que también dio una imagen fría ante la Roma.
En la capital saben de este impulso y por ahora han paralizado la perspectiva inicial de cederlo a un equipo en el que se foguee para evitar otro caso Canales. Asensio puede dar la campanada. Lo saben y con ése factor juegan ante lo que, a día de hoy, es el único jugador que se ha ganado el derecho a ser el fichaje ilusionante del Real Madrid.