
Gareth Bale fue uno de los señalados tras la eliminación del Real Madrid a las puertas de la final de Champions. El galés falló varias oportunidades claras que se echaron pronto en falta tras el empate de Morata que supuso el fracaso final en la máxima competición europea. Fue cruel el destino con el de Cardiff, que justo el día que ofreció lo que le reclamaban, regresó a la casilla de salida.
Bale dio un paso al frente en muchas facetas: estuvo más intenso y participativo que de costumbre, asumió la responsabilidad en momentos clave para el equipo y hasta se pudo decir que, en materia de ataque, fue el principal argumento blanco. En definitiva, puso toda la carne en el asador en el partido más indicado: el que marcaba si la temporada del Real Madrid se salvaba o no.
Ése era uno de los motivos de sospecha sobre el '11': que en muchos partidos se desconectaba totalmente y parecía un futbolista apático. Ayer, fue todo lo contrario y por 90 minutos dejó de ser el jugador que desconcierta a la plantilla para aportar lo que se le reclamaba desde el banquillo. Faltó el broche del gol.
No fue por falta de intentos: hasta en siete ocasiones probó fortuna el ex del Tottenham. Seis tiros fuera, uno dentro. Más pundonor que acierto (nulo acierto) en todo caso.
Persigue a Bale algo muy peligroso para un jugador de su cuantía y de la importancia que se le ha concedido en los planes a medio plazo del Real Madrid: que la ansiedad le sigue a todas partes. Eso, y que todas y cada una de sus acciones están bajo lupa. Cierto es, por otra parte, que el galés no ha ayudado a lo largo de sus casi dos años aquí: salvo en momentos concretos, no ha sido el jugador que se esperaba.
Las declaraciones de su agente tampoco le han ayudado en exceso, solo para comprobar la sospecha de que la relación con el vestuario, evidentemente, no era la más adecuada. En paralelo, surgieron informaciones que apuntaban su mal castellano y su escasa adaptación al entorno.
Al final de su segunda temporada en el Real Madrid, Bale sigue sin dar el puñetazo en la mesa que todo el mundo esperaba. A punto de enfilar el camino de las vacaciones, al galés le sigue faltando la mayor parte de las tareas pendientes desde su llegada a La Castellana. El camino a seguir, paradójicamente, es el de ayer.