
"Gareth Fail". Traducido al español, 'Gareth fallo'. Así titula este jueves el diario inglés 'Daily Mail' su sección de deportes. A toda plana, una foto del galés lamentándose por una ocasión perdida anoche en el Santiago Bernabéu frente a la Juventus de Turín. Una de las muchas que tuvo el galés y que acabó desperdiciando, casi siempre, por fallos propios. Fue el broche negro, casi el perfecto resumen, de una mala temporada. Una temporada aciaga para Gareth Bale.
Resulta curioso que el '11' se convirtiera en el protagonista de la previa. Su agente habló. "Los compañeros no le pasan la pelota", dijo. Ancelotti respondió. "Mejor que estuviera mudo", dijo con rotundidad. Y entre medias, él, el futbolista. ¿Cuál fue su respuesta a tanta algarabía? La de siempre: un fútbol de fogonazos, que fue de menos a más y que tuvo en la individualidad y las ocasiones (falladas) de gol la tónica dominante.
El bisturí de las estadísticas desglosa el resumen de su mala noche. Bale remató siete veces a puerta y sólo una fue entre palos. Sucedió en la primera mitad, cuando él y todos sus compañeros brillaron con intensidad antes de apagarse en medio del bochorno de una tarde más propia del verano que de la primavera madrileña.
Un zapatazo lejano y seco del 'Expreso de Cardiff' obligó a Buffon a sacarse un paradón de la manga. El público estalló en una ovación que, minutos después, se convirtió en malestar e incluso algún silbido. Y eso que el respetable estaba ayer entregado a la causa blanca. Apenas emergieron críticas sobre sus futbolistas. Las pocas que hubo, se las llevó Bale.
El motivo radica en una segunda parte errática donde acumuló cinco claras ocasiones marradas. Un cabezazo en un córner, un remate forzado con la derecha, un jugadón entre James y Marcelo que marró en la zona de castigo o un rechace que mandó elevado, un cabezazo en el área pequeña tras un buen pase de Cristiano.
Todo acabó lejos de la meta de Buffon. Algunas de esas ocasiones fueron más que manifiestas, sobre todo para un futbolista que (más allá de su valor) está llamado a ganar el Balón de Oro, como defienden en el seno del club. Con actuaciones como las de anoche parece complicado.
Porque el mal partido de Bale no sólo se limitó a su falta de acierto, sino también a su actitud dentro del campo. Cierto es que durante los primeros 45 minutos se apresuró a jugar como un volante más, apoyando (y mucho) a Carvajal en defensa hasta taponar las subidas de Pogba y Evra por el costado zurdo.
Sin embargo, según fueron evolucionando los minutos, Bale se olvidó de sus tareas defensivas y a descolgarse cada vez más en ataque. En la segunda mitad apenas replegó hacia la zaga y sus combinaciones fueron escasas.
En alguna ocasión incluso se la jugó en acciones individuales que molestaron al respetable. Un balón en largo en el que trató de ganar línea de fondo (la bola acabó en saque de puerta) fue la gota que colmó el vaso de la paciencia merengue.
Rúbrica negativa para un futbolista que ha visto como durante toda la temporada ha sido acusado de individualista por no buscar a sus compañeros en ocasiones manifiestas de gol donde era más fácil asistir que jugársela. Pero Bale se la jugó. Como anoche. Como durante toda una temporada que no será precisamente recordada por ser la temporada de Gareth Bale.