
El futuro de Iker Casillas vuelve a estar en el aire. Su reacción en pleno el pasado sábado ante las críticas del Bernabéu ("Los pitos de los cojones, hasta los huevos estoy") hacen que las dudas se instalen en su presente. A día de hoy el portero quiere continuar, pero lo acaecido ante el Valencia podría ser un punto de inflexión. El club, por su parte, sigue en sus trece: insiste en abrirle la puerta para dejar paso a futuras generaciones. David de Gea es el objetivo y se quiere a Keylor Navas como suplente. Idas y venidas con una cifra como solución: 25 millones de euros. Es la cantidad que, a día de hoy, separa al Real Madrid y a su capitán de la despedida.
Eso, 25 millones de euros, es lo que le costaría el finiquito al equipo merengue. Dicho de otro modo: Casillas no se marchará del club sin perdonar ni un solo euro.
Quiere percibir todo lo que le queda de contrato, esto es, dos temporadas a razón de unos seis millones netos por curso. En total unos 12'5 millones brutos por campaña si le añadimos los impuestos.
Su postura en este sentido es inamovible y lo es por varios motivos. El primero de todos, según su entorno, porque entiende que es el justo tributo a una vida en blanco. Cree que con su sacrificio y dedicación por el club se ha ganado el derecho a percibir ese contrato, bien sea en forma de finiquito, bien sea dejándole en paz para hacer lo que realmente desea: jugar lo que le resta de carrera en la élite en el equipo de toda su vida.
Además, Casillas no entiende por qué tendría que perdonar su finiquito cuando otros símbolos del madridismo se han ido recientemente sin perdonar tampoco ni un euro. El caso más reciente es Raúl. El ex delantero se fue cobrando un año por adelantado y con el Real Madrid pagando parte de su ficha en el Schalke 04.
A todo ello hay que unir que su contrato es decreciente. Es decir, que al contrario que otras estrellas merengues, Casillas ha ido perdiendo dinero año a año sin que jamás haya protestado ni haya reclamado nada al respecto.
Una postura inamovible, la de Iker Casillas, que hace, a día de hoy, que sea complicado que se marche del Real Madrid. Sólo la presión insoportable del Bernabéu y un cambio de actitud del club, esto es, que estuvieran dispuestos a pagarle lo que reclama, permitiría que el capitán blanco se marchase del Real Madrid a final de temporada.