Fútbol

El Camp Nou ignoró a Pep Guardiola

Guardiola, hundido después del 3-0 de Neymar. Imagen: EFE

El Camp Nou se dedicó este miércoles a ignorar a Pep Guardiola en la ida de semifinales de la Champions League. Cero homenajes al entrenador que había logrado edificar el mejor Barça de la historia. Cero aplausos, mimos, gestos o afectos. Nada de nada. Por no haber, no hubo ni mención de la megafonía. Ayer, el de Santpedor, no era amigo. Era enemigo. Y como tal se le trató.

Curioso fue que, minutos antes de que saltasen los protagonistas al terreno de juego, el servicio de megafonía no citó a Guardiola. Tampoco mencionó al entrenador del Barça.

Un 'veto' que, sin embargo, no se produjo durante el calentamiento. En ese instante los altavoces del estadio recitaron por primera vez las alineaciones de uno y otro equipo y, ahí sí, se recordó que Luis Enrique es el entrenador del Barça, pero nada se dijo del del Bayern. Parecía que no existiera, que se hubiera esfumado.

Una llegada fría

Aunque la anécdota de la megafonía diera entender lo contrario, algún guiño hubo hacia Pep. Porque sí, es cierto que a su llegada al estadio la tarde del partido, algunos trabajadores del club le dedicaron alguna palabra de afecto, aunque se trataba más de un saludo caluroso que de un reconocimiento tácito. El que se da al viejo amigo que regresa a casa. Poco más.

En ese momento, cuando la expedición bávara arribaba a Les Corts, las cámaras le captaron colándose por las entrañas del estadio serio, cabizbajo, pensando en la batalla que tenía por delante. No sabía la que se le venía encima, aunque quizá lo intuía. "Ningún sistema puede parar a Messi", dijo en la previa. Amén.

Quizá por eso, por el temor a Messi, o quizá por no dar espacio a la nostalgia, Guardiola no se dejó ver en ningún espacio del campo antes de saltar al terreno de juego. Por lo tanto, no hubo abrazos con sus ex futbolistas o ex compañeros.

El único que se produjo en toda la noche (al menos de cara a la galería) fue el que le dio a Luis Enrique antes y después del partido. Entre medias, 90 minutos en los que la parroquia se dedicó a lo suyo, a animar al Barça, corear el nombre de 'Lucho' y rendirse a los pies de Messi. En todo ese tiempo no se produjo ni una sola mención a Pep. Ni tan si quiera cuando el partido ya estaba sentenciado.

Ayer Guardiola fue un entrenador más en el Camp Nou. Un entrenador ignorado que salió, como casi todos los que pisan tierra culé, vapuleado por el talento de Leo Messi.

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