
En menos de 24 horas de diferencia, Leo Messi y Luis Enrique han hablado ante los medios, y sus intervenciones han vuelto a dejar claro que entre los dos no hay buen feeling. No se trata del antagonismo de hace semanas, pero la relación entre los dos no va más allá de la que exige la situación.
Leo Messi habló ayer en un acto comercial de la resurrección del equipo después de lo de Anoeta, y admitió que se había producido un "cambio de actitud". Algo que no ha sentado muy bien a Luis Enrique, que ha torcido el gesto a la segunda pregunta que se le ha hecho hoy en rueda de prensa sobre el asunto.
Antes de advertir de que no respondería a más preguntas sobre el asunto, dijo en tono serio: "No tengo por qué cambiar de opinión. Yo creo que es el proceso y evolución de una temporada, ni más ni menos". Y después terminó con un aviso a navegantes: "Si alguno cree que es de otra manera, fantástico".
Esto se relaciona en parte con lo que siempre se ha conocido como autogestión del grupo, un concepto que ya salió cuando el mismísimo Pep Guardiola se sentaba en el banquillo. La llegada de 'Lucho' se vendió como la vuelta de la autoridad tras un par de años de pérdida del norte. Con el asturiano ha vuelto en buena parte, pero Messi es un jugador aparte.
Al igual que ocurre en el césped, el trato con él puede verse condicionado por lo elevado de su figura e importancia en el equipo. Eso le costó a Luis Enrique desde el principio, y Messi no tuvo su mejor recibimiento, a raíz de unas declaraciones del técnico en su presentación en las que aseguraba que era el líder. Una falta de reivindicaciones a los jugadores que enfadó al de Rosario.
El trato de Luis Enrique con los jugadores no es muy cercano. No es su forma de ser acercarse a los jugadores, siempre mantiene las distancias. Pero con Messi la relación es fría, hasta el punto de que no se hablan. Su relación se limita a lo que exige el guión profesional, nada más.
Esta diferencia de pareceres solo es el último capítulo de una historia que de momento no tiene un cambio de registro. El mensaje inicial que enfadó a Messi, las diferencias de opinión con parte de la plantilla en cuanto a los sistemas tácticos, la discusión entre ellos en un entrenamiento que se intentó tapar sin éxito, la seriedad de Messi en la entrega del Balón de Oro en el vídeo del técnico...sus opiniones opuestas sobre la resurrección blaugrana es solo la constatación de que estrella y entrenador viven en una desavenencia permanente.